lunes, 30 de marzo de 2020

Retribuir a la gente vulnerable (no solo a los pobres)

Los efectos de la pandemia, aunque probables, son inciertos; los efectos de las medidas políticas para detener la pandemia son ciertos e inmediatos. Aunque ningún epidemiólogo se atreve a sugerir números siquiera cercanos a la gripa española de hace un siglo; la mayoría de los economistas prevén una crisis social mayor que la de 2008 (que en Colombia se sintió poco). Esos efectos serán: alto de desempleo, quiebra de pequeños y medianos negocios, desaparición de las fuentes de ingresos de millones de colombianos. Esto puede conducir a que buena parte de los 18 millones de personas que engrosaron la clase media en las dos décadas recientes caigan en la pobreza.

Las medidas no deben ser solo de alivio sino también de ingresos directos a las familias y las personas. La decisión de la alcaldía de Bogotá de no cobrar los servicios públicos durante este mes y aplazar el pago de impuestos están bien. Acá no estamos hablando de regalos y, menos aún, de justicia distributiva. El estado tomó la decisión de enviar a la gente a cuarentena y eso debe ser compensado. Los servicios de agua, electricidad e internet debieran ser iguales a cero mientras la cuarentena sea total. La congelación de créditos por parte de Bancolombia es un primer paso. Bogotá y Bancolombia deben ser imitados por Medellín, EPM y los demás bancos.

La medida de Bogotá de “entregar 350 mil subsidios de 423 mil pesos a familias pobres y 178 mil pesos a familias vulnerables durante esta cuarentena” (La Silla Vacía, 26.03.20) y el anuncio, aunque vago, del gobierno nacional de activar una protección en efectivo a los cesantes van en la dirección correcta: entregar efectivo directamente a las personas, ya. Sin embargo, el estado solo tiene ojos y mecanismos para los más pobres —lo cual está bien en tiempos de normalidad— pero en tiempos de crisis hay que atender al 90% de la población. ¿Cómo apoyar a esa clase media vulnerable?

Espero que nadie necesite argumentos para que se entienda esta necesidad. Es decir, que cualquier decisor público o privado entienda las penurias de millones de colombianos. Dicho esto, hay que hablar de plata. El estado colombiano se gastó el 6,1% del PIB resolviendo la crisis financiera de 1999. Si esta crisis fuera igual de importante debería invertir —según mi regla de tres— 75 billones de pesos. El gobierno Duque dispuso 15 billones. Hay que hacer más, mucho más.

Ya Hong Kong, España, Estados Unidos y ¡El Salvador! aprobaron cheques a cada ciudadano para atender la crisis. Colombia tiene que hacer lo mismo. ¿Cómo? El mecanismo más barato y simple es universal: entregarle a todo el mundo una cantidad determinada por dos meses, quizás tres. El estado sabe (se supone) cuántos somos y dónde vivimos. Otro sería el impuesto de renta negativo por 2020.

El Colombiano, 29 de marzo

jueves, 26 de marzo de 2020

Un poco de tu vino a cambio de unas libras de mi carne

Hace veinte años el estado colombiano se gastó US$ 5,263 millones rescatando al sector financiero (Miguel Arango, "Evolución y crisis del sistema financiero colombiano", Cepal, 2006). Según mis cuentas eso representó en su momento el 6,1% del PIB que, en ese entonces era algo así como de US$ 86.190 millones. Nadie -quiero decir, muy pocos- se opusieron a la medida.

¿Qué tal si hoy el estado colombiano se gasta el 6,1% del PIB atendiendo a la gente de carne y hueso, desempleados, independientes, pequeños empresarios? Eso representaría unos 75 billones de pesos. Duque ha destinado 15 billones que no vienen de las reservas internacionales ni de ningún esfuerzo estatal sino de las pensiones y las regalías. Aún así esos 15 billones apenas representan una quinta parte de lo que les dieron a los bancos hace veinte años.

No se trata de un asunto de reciprocidad: el estado ha rescatado a los bancos en 1982, 1999, 2008, al menos. La reciprocidad implicaría que la gente debiera recibir mucho más, ahora en esta emergencia social.

En cuarentena, la gente pierde empleo, ingresos, y, por consiguiente, comida, salud, tranquilidad. No se trata de pedirle a los capitalistas que pierdan, solo que se gasten un porcentaje menor de sus ganancias. No de las ganancias de toda la vida, solo de las del año pasado. Si a Shylock (El mercader de Venecia) le hemos dado varias libras de nuestra propia carne, no está mal que él nos dé unos centilitros de su vino.



martes, 24 de marzo de 2020

Carta para la compasión

El principio de la compasión se encuentra en el corazón de todas las tradiciones religiosas, éticas y espirituales, haciendo siempre un llamado a tratar a todos los demás como quisiéramos que nos trataran a nosotros. La compasión nos impulsa a trabajar arduamente para aliviar el sufrimiento de nuestros semejantes para destronarnos del centro de nuestro mundo y poner a otro en su lugar, y honrar la inviolable santidad de cada ser humano, tratando a todos, sin excepción, con justicia, equidad y respeto absolutos.

También es necesario tanto en la vida pública como privada, evitar consistente y enfáticamente infringir dolor. Reconocer que actuar o hablar violentamente por rencor, chovinismo o interés propio, empobrecer, explotar o negar los derechos básicos a alguien e incitar al odio al denigrar a otros –incluso nuestros enemigos– es una negación a nuestra humanidad en común. Reconocemos que hemos fallado al no vivir de manera compasiva y que algunos incluso han aumentado la miseria humana en el nombre de la religión.

Por lo tanto hacemos un llamado a todo hombre y mujer para que restituya la compasión al centro de la moralidad y la religión, para volver al principio ancestral de que cualquier interpretación de la escritura que crea violencia, odio o desdén es ilegítima, para asegurarse que la juventud está recibiendo información exacta y respetuosa acerca de otras tradiciones, religiones y culturas, para que inste a la apreciación positiva de la diversidad cultural y religiosa, a cultivar una empatía informada hacia el sufrimiento de todos los seres humanos, incluso aquellos que se consideren enemigos.

Necesitamos urgentemente hacer que la compasión sea una fuerza clara, luminosa y dinámica en nuestro mundo polarizado. Enraizada en la determinación de principios que trasciende el egoísmo, la compasión puede romper los límites políticos, dogmáticos, ideológicos y religiosos. Nacida de nuestra profunda interdependencia, la compasión es escencial para las relaciones humanas y para una humanidad satisfecha. Es el camino al entendimiento e indispensable para la creación de una economía justa y una comunidad global pacífica.

lunes, 23 de marzo de 2020

Virus, contaminación y negligencia

El Chinese Center for Disease Control and Prevention (CDC) —en el estudio más amplio hecho hasta hoy— encontró que las principales condiciones previas de morbilidad asociadas al contagio, agravamiento o mortalidad por coronavirus son: enfermedad cardiovascular (10,5%), diabetes (7.3%) y enfermedades respiratorias agudas (6.3%) (“Who is getting sick, and how sick? A breakdown of coronavirus risk by demographic factors”, Stat, 03.03.20).

El organismo no gubernamental European Public Health Alliance (Epha) ya había lanzado advertencias en el pasado reciente sobre la probable relación entre polución del aire, infecciones respiratorias y susceptibilidad de contraer virus (Euractiv, 16.03.03). Algunos medios han señalado que las regiones más afectadas por El coronavirus en el mundo son, precisamente, algunas de las más contaminadas. La Lombardía italiana, las ciudades del sur de Corea; Los habitantes de Teherán o la provincia china de Hebei que “inhalan, a veces, el equivalente a un paquete o más de cigarrillos diarios” (“How Pollution Aggravates the Impact of Coronavirus”, US News, 16.03.20). A estos ejemplos se podrían añadir Madrid, Santiago o Bogotá.

Medellín está entre las ciudades con peor aire de América Latina. Nuestra mayor causa de morbilidad son las enfermedades respiratorias agudas y, aunque el Covid-19 aún parece tener baja incidencia en la ciudad, el riesgo para los casi cuatro millones de habitantes del Valle de Aburrá es alto, en esta crisis y en las siguientes.

A estas alturas no podemos ser autocomplacientes con lo que se ha hecho en la ciudad. En general, los gobernantes han displicentes porque han pensado más como futuros candidatos que como líderes responsables del presente. El tema ambiental no da votos, eso está claro. La gente normal solo piensa en el día y a día y prefiere la comodidad contaminante de hoy que la prevención para mañana; dicen querer a los hijos y a los nietos, pero actúan en contrario. Los negociantes y empresarios viven presos, en su gran mayoría, del PyG anual; dicen saber de números, pero no les importan las series largas sino las cortas. Los políticos electoreros se ajustan a los moldes del ciudadano común y del empresario promedio, y haciéndolo renuncian al liderazgo.

Lo ocurrido esta semana es patético. El alcalde de la ciudad y el Área Metropolitana levantaron las restricciones de pico y placa, incluyendo camiones y volquetas, con el argumento de que había que atender el desabastecimiento por la emergencia del coronavirus. Y esto a pesar de que los comerciantes dijeron que esa no era la situación y podían mantener abastecida la ciudad. Preguntados por la prensa, los directores del Área y del Siata han contado su estrategia: esperar a que llueva. ¡Los elegimos, los nombraron y les pagamos para sentarse a esperar a que llueva! Bueno, si ese es el caso al menos deberían haber hecho la danza de la lluvia. Tampoco se la saben.

El Colombiano, 22 de marzo

viernes, 20 de marzo de 2020

Virus ideológico

Los desastres sacan a la luz lo mejor y lo peor de la humanidad; ponen a prueba a cada persona y a cada jefe. Los desastres (naturales, según Garzón Valdés) pueden ocasionar calamidades (humanas) y, también, dar pie a gestas, pequeñas y grandes. El Covid-19 ya es una ocasión para todo ello.

Empezó con el virus ideológico. "Ese virus chino", dijo Trump; y después repitió Mario Vargas Llosa en una columna vergonzosa: "Nadie parece advertir que nada de esto podría estar ocurriendo en el mundo si China Popular fuera un país libre y democrático y no la dictadura que es" ("¿Regreso al Medioevo?", El País, 14.03.20). Sin los chinos, tal y como son, no habría virus; los virus te atacan según el credo que profeses, qué tal. El argumento tenía que ver con que la libertad de información hubiera ayudado a prevenir la epidemia.

Los hechos -vertiginosos en estos tiempos- los han desmentido (a Trump y a Varguitas). Hay más infectados en el resto del mundo que en China, hay más muertos en Italia que en China, los gobiernos del resto del mundo no actuaron mejor que el chino a pesar de contar con la ventaja del tiempo.

Al desastre, italianos, españoles y gringos han agregado la calamidad (no hablemos de Brasil y México). Europa -la cuna de la ilustración- ha sido "la gran decepción de esta crisis": falta de coordinación, cooperación continental, ayuda mutua, incapacidad para generar respuestas comunes ("Europe Has Been the Greatest Disappointment in This Crisis", Spiegel International, 18.03.20). Mientras tanto, los chinos exportan personal médico, asesores y equipos, a medio mundo, Europa incluida. La fraternidad de la enseña iluminista se muestra escasa y dispareja.

Uno de los síntomas de la época es la hiperpolitización de la vida. Los virus nos enseñan que somos humanos, primariamente, antes que cualquier otra característica. El Covid-19 no será solo el fracaso del America First trumpiano, promete ser el fracaso de muchas otras opciones políticas.

lunes, 16 de marzo de 2020

Medellín sin líder

Hace poco Moisés Wasserman recordó la diferencia elemental pero olvidada entre lo crónico y lo agudo, lo que requiere medidas inmediatas y “lo que exige políticas de largo término” (“Crónico y agudo”, El Tiempo, 09.01.20). Para nuestro público regional: una cosa es el Covid-19, otra el cambio climático. Los líderes se pueden reconocer ante ambos retos, añado. Ante el virus queda claro que en China y Corea del Sur hubo iniciativa y en Estados Unidos apenas reacción tardía y errónea. En Colombia también: Bogotá muestra liderazgo, el Palacio de Nariño apenas musita y Medellín, con más casos que Bogotá, guarda silencio.

Algunos problemas son crónicos y agudos. Es el caso de la contaminación del aire en Medellín. Es un problema crónico. Mi primera columna sobre el tema se publicó hace once años. En ese lapso hubo dos alcaldías y media, y sendos directores del Área Metropolitana. Hemos hecho poco. Lo más notable en el campo diagnóstico y muy poco en el remedial. Tenemos el Siata pero no moviliza. Primera propuesta: incluyamos en la información el número de muertes mensuales por enfermedades respiratorias agudas. Decía en esa columna que en 2008 habían muerto 32 niños menores de cinco años por esa causa. Ese es un indicador exigente y conmovedor.

Después de once años, logramos identificar cierta estacionalidad de la polución del aire en marzo y octubre. Este año el Área Metropolitana retrocedió dándole facultades a los alcaldes para que se adhieran total o parcialmente al pico y placa ambiental. Envigado exceptuó Palmas y Girardota lo ignoró completamente. (El argumento del alcalde de este municipio es torpe, pues no hay una medida que por sí sola sea la solución.) ¿Y los alcaldes, las otras dependencias? ¿Salud dice algo, desarrollo, educación, planeación? Segunda propuesta: la secretaría de educación debe modificar el calendario escolar de acuerdo con la estacionalidad de la crisis. Cambiar una o más semanas de vacaciones por una o más semanas de marzo y octubre. Además, modificar los horarios para evitar los picos. Promover el trasporte colectivo escolar. A ver si los colegios privados aprenden y asumen su responsabilidad cívica con los niños y con la ciudad.

Medellín necesita medidas de choque, inmediatas, que hasta ahora han sido ocasionales y tímidas. Peor aún, ni el alcalde Quintero ni el directo Palacio parecen tener idea de qué significa la palabra choque. De los diez puntos que el alcalde anunció, solo uno es de choque, el nueve que dice: “Se llamará al Gobierno Nacional para que integre una mesa técnica ambiental para tratar estos temas”. El diez, “creará un escuadrón contra las chimeneas”, es de corto plazo pero no de choque. (“¿Qué tan viable es el plan de Quintero contra la contaminación?”, El Colombiano, 10.03.20). Tercera propuesta: identificar medidas de choque serias, que duelan, si no duelen no chocan.

El Colombiano, 15 de marzo.

domingo, 15 de marzo de 2020

Renta básica y pandemia

El viernes 13 de marzo, Ugo Gentilini -líder del Banco Mundial para Redes de Seguridad Social- publicó una nota en Brookings promoviendo la entrega de apoyos en dinero en efectivo a las personas, a partir de la propuesta de Renta Básica (en español) o Universal Basic Income (en inglés) que desde hace 20 años he venido difundiendo en Colombia.

Gentilini afirma que
Cuando las crisis golpean, las transferencias de efectivo son parte del paquete de políticas que los gobiernos implementan para mejorar sus efectos económicos. Ya se trate de refugiados, recesiones económicas o desastres naturales, los países han usado mucho efectivo. La evidencia empírica muestra que las transferencias de efectivo generalmente se gastan juiciosamente, pueden salvar vidas y, si están bien diseñadas, pueden ayudar a las personas a salir permanentemente de la pobreza.

Hace poco Guy Standing -uno de los principales promotores europeos de la renta básica- se pronunció en la misma dirección en una columna (https://elpais.com/elpais/2020/03/11/opinion/1583929510_196303.html). Allí sostuvo que
Sería mucho más apropiado aprovechar la situación para introducir un sistema de renta básica, para empezar, al menos, mientras se prolongue la pandemia, que dé a cada residente del país una modesta retribución mensual sin condiciones, como derecho. La cantidad mensual podría ajustarse hacia arriba o hacia abajo dependiendo de la gravedad de la recesión, como estabilizador económico automático, para mantener la demanda agregada y proporcionar más resiliencia a las personas, las familias y las comunidades.

Este es el planteamiento de Gentilini :
La pregunta es: ¿podrían las transferencias de efectivo ayudar a compensar parte del daño económico causado por COVID-19? No es una pregunta hipotética. Al responder al nuevo coronavirus, países como Indonesia, Malasia y China están anticipando, expandiendo y aumentando los pagos de sus programas emblemáticos en efectivo. Y también en el Reino Unido. Debido a la naturaleza universal del virus, algunos países están considerando transferencias universales. Estos incluyen la provisión de dinero en efectivo a todas las personas sin condiciones, a saber, el ingreso básico universal (UBI), el tema de nuestro nuevo libro.

Mientras muchos gobernantes y legisladores acuden al expediente exclusivo de ayudarle a las empresas, otros están pensando directamente en las personas. Es el caso de algunos congresistas estadounidenses: https://thehill.com/homenews/house/487485-lawmakers-call-for-economic-stimulus-ubi-amid-coronavirus-crisis

lunes, 9 de marzo de 2020

Antioquia pobre

Publicó el Dane el indicador de pobreza multidimensional, que integra los factores más críticos asociados a educación, niñez y juventud, trabajo, salud y vivienda y servicios públicos.

Los resultados por departamento no son sorprendentes, aunque siguen siendo vergonzosos para la dirigencia antioqueña. Los antioqueños somos más pobres que los habitantes de Bogotá, Cundinamarca y Boyacá, los tres departamentos del viejo Caldas, Meta, Valle, San Andrés y Santander. Y esto a pesar de que Antioquia es la segunda región más rica del país, después de Bogotá, según el producto interno bruto departamental.

Este contraste entre riqueza y pobreza evidencia la escandalosa desigualdad que existe en el departamento. Desigualdad geográfica, como lo hizo notar este diario (“La periferia concentra lo más precario de Antioquia”, 16.02.20). Los municipios del Medio Atrato rondan el 80% de pobreza; y tienen más de la mitad población pobre los de Urabá, con excepción de los tres municipios del eje bananero, todos los municipios del área del Nudo de Paramillo, los del oriente lejano, Bajo Cauca y la cuenca del Nechí, gran parte de Occidente, Betania y Salgar. La desigualdad antioqueña empeora cuando se mide la brecha entre las condiciones de las cabeceras municipales y las zonas rurales: solo Vaupés, Cesar, Vichada, Bolívar, Sucre, Córdoba, Chocó, Tolima y La Guajira presentan una mayor diferencia que Antioquia. Por cada pobre en cabecera municipal hay cuatro en zonas rural.

¿Cuáles son los factores que hacen que seamos más pobres? O, más crudamente, ¿cuáles son los factores en los que los antioqueños somos más pobres que todos los colombianos en promedio? Se pueden integrar en tres renglones que son: saneamiento básico, calidad de la educación y empleo.

Saneamiento básico en cuanto a alcantarillado y agua potable. Cuando uno tiene la mejor empresa de servicios públicos del país y ella invierte en otros departamentos y países sin resolver las necesidades básicas de su gente, algo se está haciendo mal. El acceso al agua es un derecho y en un departamento rico en fuentes hídricas es una obligación. Además, este déficit en saneamiento básico afectará, tarde o temprano, los avances efectuados en el acceso a los servicios de salud. En cuanto a educación nuestro rezago está en lo que se llama bajo logro, es decir, problemas de calidad educativa. Antioquia está haciendo la tarea en materia de cobertura pero tiene mucho por hacer en términos de calidad y, no sobra decirlo, principalmente en educación básica. Y el tercer elemento es el desempleo de larga duración, que es un fardo para la economía de los hogares, aumenta la vulnerabilidad de los jóvenes y deteriora el clima social en la región.

Cabría demandar que el plan de desarrollo departamental fije metas en estos tres aspectos de la pobreza y en la atención al campo antioqueño. Y que los alcaldes se sientan aludidos.

El Colombiano, 8 de marzo

viernes, 6 de marzo de 2020

La paz se toma la palabra


CONFERENCIA IMPACT

El arte y la cultura en la transformación de los conflictos
En esta charla se hablará sobre el arte y la cultura como elementos protectores y como herramientas fundamentales para la mediación de problemáticas sociales.

Por Jorge Alberto Giraldo

El dato
Estas conferencias se llevarán a cabo en el marco del Encuentro “IMPACT Imaginando juntos desde Colombia: laboratorio de reflexión para pensar el rol de las artes y la cultura en la transformación de conflictos”. Este evento convoca a un grupo de líderes colombianos que desarrollan iniciativas en el campo de las artes y la cultura y se enmarca dentro de IMPACT Imagining Together Platform for Arts, Culture and Conflict Transformation, una colaboración internacional que surge de la alianza entre Brandeis University en Boston, Juniata College y la Universidad de Masebi en Kisumu, Kenia, para diseñar y activar estrategias que permitan fortalecer el ecosistema de artes, cultura y transformación de conflictos a nivel internacional.

Subgerencia Cultural © Banco de la República

miércoles, 4 de marzo de 2020

Otra voz

Acabar con la hipocresía con el campo

José Luis Villacañas

Geoffrey Brian West es un físico teórico que trabaja en la aplicación de las proporciones de escala a los entes colectivos, intentado mostrar las leyes de escala que hay entre la forma y el tamaño de los organismos y la energía que consumen, todo presidido por la cantidad de entropía que producen. En su reciente libro "Scale, The Universal Laws of the Life", argumenta que la forma de la gran ciudad que la humanidad está promoviendo, impulsada por el capitalismo, es insostenible. Basta con recordar la desproporción de escala del consumo de energía por el hecho de vivir en la gran ciudad. Un ser humano normal, en condiciones biológicas básicas, consume 2000 kilocalorías, que equivale al consumo de 100 vatios. Pero en condiciones de vida propias de una megalópolis, con el nivel de vida de Estados Unidos, cada persona consume la energía equivalente a 10.000 vatios, que multiplica por cien el consumo básico humano. Esa es la energía que necesita una ballena azul, que pesa mil veces nuestro cuerpo. Por eso West propone que identifiquemos la fase verdaderamente peligrosa del Antropoceno en lo que él llama el Urbanoceno.

Este concepto llama la atención sobre el hecho de que ya hemos superado con creces la escala biológica que garantiza el futuro de la vida. Si imaginamos que los más de siete mil millones de seres humanos del planeta se mueven por la Tierra con los pesados cuerpos de las ballenas azules, nos daremos cuenta del aspecto siniestro de nuestra especie y de su incierto futuro si seguimos concentrándonos en grandes ciudades. Y ello nos sugiere que toda política ecológica que no detenga esta tendencia es pura hipocresía. Y por eso, el campo no puede ser abordado al margen de la política ecológica, que es sencillamente la única política que garantiza el futuro de la humanidad.

Eso implica transferir recursos a las pequeñas ciudades, a los pueblos, a las personas que viven en ellos. Y la solidaridad impone que se le transfieran desde los lugares en los que la escala de beneficios también se dispara. Un régimen fiscal específico, un tratamiento diferente de los autónomos rurales, una capitalización mediante crédito público, una autonomía energética limpia, una incentivación del cooperativismo, una mejora de la educación y de la sanidad, todo eso es necesario. Quien tenga en su labios la palabra España y no apueste por estas medidas, no hace sino seguir la enorme hipocresía que caracteriza a la política española desde siglos y que en el franquismo alcanzó el estatuto de completa desvergüenza y cinismo. La prueba de fuego de un político democrático es no ser heredero de esa maldita tradición.

Levante (Valencia), 17.02.20

lunes, 2 de marzo de 2020

Sofía y los animales

Sofía vivía en una casa pueblerina grande con un solar también grande. El solar y los bajos de la casa eran el hábitat natural de alguna fauna que frecuenta los vecindarios de humanos como aves, ratones, zarigüeyas. La casa y el solar también hospedaban especies invitadas y atendidas como gatos, perros y gallinas. Existía en esos años —las cuatro décadas del medio siglo— una convivencia civilizada: nadie mandaba a nadie; cada cual, según su capacidad, entraba y salía, y se procuraba su forma de vida. Las gallinas, por supuesto, tenían algunos privilegios pero a costa de poner su cuota ocasional al sancocho. Los perros y los gatos salían de la casa por días y semanas sin que a nadie se le parara el pelo, y regresaban a recibir un baño y a descansar después de las aventuras callejeras.

El mismo año en que Sofía se casó, Walt Disney inventó a Mickey Mouse. Disney se apoyó en los cuentos antiguos para popularizar mediante el cine la humanización de los animales. Siguiendo la tradición, Disney nunca supuso que los animales fueran inferiores o superiores a los seres humanos. Eran como estos: bondadosos y malvados, afectuosos y malgeniados, pendejos y ventajosos, algunos bellos y muchos feos. Muchas historias se desarrollaban en un mundo exclusivamente animal pero luego aparecieron las interacciones entre personas y animales; la equidad en el trato se conservaba en esas narraciones.

En esa misma década de 1930, el citadino y cosmopolita Fernando González consignó un apunte propio de su ojo de fenomenólogo. González sentía que los seres humanos estaban acogotados por el miedo a la libertad. Hay varias obras ilustres que describen esa condición de la época, pero el de Otraparte se bastó con la observación de que había gentes que se compraban un perro para poner tener un amo. La persona sola, con el tiempo y la potencia a su plena disposición, prefiere tener un perro para no ocuparse de sí (Los negroides). La pregunta de quién es el amo entre dos seres de los cuáles uno caga y el otro recoge la mierda se la debemos a alguien más, creo.

Al escritor irlandés George Bernard Shaw —que compartió parte de su época con Sofía, Walt y Fernando— se le atribuye una opinión muy distinta a la de ellos tres: “mientras más conozco a los hombres más amo a mi perro”. No importa la autoría, la frase representa el espíritu misántropo de los animalistas radicales. La vida, la comida, el afecto, el andén, primero para el perro; el anciano, el inválido, el niño verán cómo se las arreglan. Son asesinos los toreros o comedores de carne. Shaw, fue admirador de Hitler y Stalin. De la desvalorización de las personas concretas se alimenta la sensiblería cultural que nos rodea.

(Mi abuela Sofía, murió hoy hace veinte años.)

El Colombiano, 1 de marzo