miércoles, 29 de mayo de 2019

Handel y Hendrix


Georg Friedrich Händel y James Marshall Hendrix o simplemente Handel y Jimi. Siglo XVIII y siglo XX, barroco y rock. Juntos.

Junturas congruentes, lisas, fluidas, que superan distinciones falsas entre música culta y música popular, alta cultura y cultura popular... y otras.

lunes, 27 de mayo de 2019

Anuncios londinenses

Constructores considerados. Un aviso recurrente en las grandes construcciones londinenses. Tiene una frase introductoria seguida de unas viñetas que resaltan los principios básicos de un código adoptado por miembros importantes de la industria de la construcción. 1) Apariencia externa de orden, limpieza y presentación de la obra y los trabajadores; 2) información, minimización de impacto y apoyo a los vecinos y transeúntes; 3) protección del ambiente, protección del agua, la vegetación y el paisaje, minimizar la polución del aire, ruido y vibraciones; 4) seguridad para trabajadores, vecinos y visitantes; 5) cuidado de los trabajadores, bienestar laboral, salud y formación. Reglas básicas, sencillas, incluso parecen elementales. Constructores, trasportadores, comerciantes, alineados con ellas producirán de inmediato ciudades mejores.

Centenario de las mujeres policías. Hace cien años ingresó la primera mujer a la policía metropolitana. El aviso en los vagones de metro dice que los grandes propósitos se cumplen con pequeñas tareas. Londres, una de las ciudades más seguras del mundo, se gestiona desde la inteligencia y el detalle. Cuidado del espacio público, aseo, civismo, vigilancia tecnológica, altos castigos a los infractores, principio de buena fe y confianza en el comportamiento de todos los ciudadanos y visitantes. Podríamos hablar de la feminización de la política de seguridad en una ciudad que estuvo fuertemente afectada por el terrorismo, la violencia callejera y el crimen.

Pablo Escobarr. Noticia en The Times, el periódico más importante del Reino Unido y uno de los más antiguos del mundo. Sección deportiva del 11 de mayo, página 108. “Pablo Escobarr can land Derby trial”. Bueno, Pablo Escobarr es uno de los caballos de carreras más fuertes de Inglaterra. La doble ere del nombre fue una decisión cuidadosa para que, pronunciado por un británico, no deje lugar a dudas de quien se trata. El experto hípico le da buenas oportunidades en una gran carrera después de flojos desempeños recientes. (Espero que esta nota folclórica no lleve a cartas de protesta contra el gobierno británico o a que, algún buen colombiano, lleno de patriotismo y amor a la virtud decida envenenar al equino.)

¿Quiere cantar con nosotros? Buscan 1.200 jóvenes para que integren el coro que interpretará el Mesías de Handel el 7 de diciembre. Eso dice un volante. Mil doscientas personas representan casi una quinta parte del aforo del Royal Albert Hall. Y se sientan allá y cantan, partitura en mano. Hacer una convocatoria de ese tipo supone recibir una cantidad de postulantes equivalente a tres o cuatro veces el número requerido. Esto, a su vez, implica que hay una sociedad que puede formar decenas de miles de jóvenes en una técnica exigente. La orquesta y su director, el público ahbitual, se avienen a contemplar y aplaudir ese componente aficionado. La masiva producción musical británica es solo la muestra de una sociedad culta y melómana.

El Colombiano, 26 de mayo.

miércoles, 22 de mayo de 2019

Brompton Oratory

Brompton Oratory, Londres

Brompton Oratory

Nick Cave


Altos escalones de piedra yo subo
Salve este alegre día de regreso
Hacia la sombra de su gran bóveda voy
Salve mañana pentecostal

La lectura es de Lucas 24
Donde Cristo vuelve a sus seres queridos
Miro a los apóstoles de piedra
Creo que está bien para algunos

Y ojalá estuviera hecho de piedra
Para no tener que ver
Una belleza imposible de definir
Una belleza imposible de creer

Una belleza imposible de soportar
La sangre impartida en pequeños sorbos
Su olor todavía en mis manos
Cuando llevo la copa a mis labios

Ni dios arriba en el cielo
Ni el diablo bajo el mar
Habían logrado
Ponerme de rodillas

Afuera me siento en los escalones de piedra
Sin mucho que hacer
Desamparado y agotado
Por su ausencia

lunes, 13 de mayo de 2019

Cuadrando el círculo

El gran logro de la política democrática en Occidente en el siglo XX fue impulsar las reformas que necesitaba cada país (y el mundo), y mantener el tono moderado en la contienda parlamentaria, electoral y diplomática. Esta mezcla se rompió en el siglo XXI, quizás desde 2001, pero, con seguridad, después de 2008. Los moderados (liberales y conservadores) se han replegado y son una minoría. La mayoría de los liberales se están conservatizando velozmente, atemorizados y plegados a una estabilidad precaria. Los populistas y otros radicales (con mucho discurso y pocas propuestas) se han abanderado del cambio. Los conservadores se están radicalizando; en estos tiempos sus héroes son tipos intemperantes y volátiles como Trump.

Entre las viejas corrientes políticas, todas pierden. Perdieron los socialistas, con la mayoría montada en los trenes populistas, huérfanos de teoría y simples repetidores de versiones alucinantes del mundo. Pierden los liberales, con esclerosis múltiple, aferrados a fórmulas añejas y a regímenes políticos que hacen agua. Los que más pierden son los conservadores, arrastrados por el tsunami levantisco del populismo o de la reacción pura y dura, estilo Bolsonaro. Cuando recibo comentarios de algunos lectores “azules” de este diario echo de menos a los viejos godos: corteses, parcos, seguros; en resumen, civilizados.

En tiempos tan inciertos como los que vivimos, y rodeados de pirómanos políticos por todos los lados, hay pocas dudas de que los abanderados de la democracia liberal deben conservar la moderación en la esfera pública. La mitezza que reivindicó Norberto Bobbio (1909-2004), en un ensayo suyo. Mitezza que, en ciertas acepciones, se contrapone a la agresividad o a la conducta predatoria. Mitezza que los traductores del maestro italiano convirtieron en templanza.

Pero volver a hacer lo que antes era rutina parece una proeza. Organizar proyectos políticos que busquen el cambio social y que lo hagan con mesura y honestidad. Encontrar líderes inconformes y, a la vez, sensatos. Quizá lo que menos se discute hoy es qué debemos conservar y qué debemos cambiar porque, mientras los radicales de todos los partidos parten de la confusión y la alimentan, los demócratas liberales solo atinan a defenderse. Estas podrían ser las variables de la cuadratura del círculo en la política contemporánea.

Todos tenemos tareas para hacer: promover la moderación en el lenguaje y en los actos públicos, someter a examen las afirmaciones que pueden tener impacto considerable sobre la vida de las personas y las decisiones políticas, divulgar la información plural y calificada, retomar las discusiones de ideas y propuestas. Los políticos tienen la mayor responsabilidad, pero los intelectuales públicos —siguiendo un consejo de Michael Oakeshott (1901-1990)— deberíamos dedicarnos a limitar los efectos producidos por el abuso del lenguaje y la manipulación de la ambigüedad propia de las expresiones políticas. Arrojar un poco de luz en la vasta oscuridad del mundo social.

El Colombiano
, 12 de abril

lunes, 6 de mayo de 2019

ESE EME

Este diario editorializó a propósito de las decisiones que están despojando de sus curules al senador Antanas Mockus, de Alianza Verde, y Ángela Robledo, del Polo Democrático (“Oposición, curules y ley”, El Colombiano, 27.04.19). En primera página se resumió: “El Consejo de Estado hace una aplicación estricta de la ley y del régimen de inhabilidades. No es un ataque a la oposición”. Creo que lo primero es cierto y, a pesar de ello, lo segundo es discutible.

La aplicación estricta de la ley es una virtud en la teoría del estado de derecho y en la práctica de lo que John Rawls (1921-2002) llamaba “sociedades bien ordenadas”. En estas sociedades la legalidad opera de tal forma que coincide con la legitimidad de las instituciones. En casos de error judicial, la legitimidad democrática y la trayectoria imparcial de los jueces sirven de escudo protector. Hasta aquí todo bien. Sobre todo para Antanas, quien es el apóstol de la cultura de la legalidad en este siglo.

Lo que pasa es que, según los parámetros rawlsianos, nosotros no somos una sociedad ordenada en la que la legitimidad institucional es precaria y la trayectoria judicial —al menos en lo que va del siglo— cuestionable. En mayor o menor grado las altas cortes padecen de una parcialidad política evidente. Con mucho sesgo y poca inteligencia la Corte Suprema cumplió con el deber de controlar al presidente Uribe; sin malicia ni escrúpulos, la rama judicial se volvió gobiernista durante la administración Santos y se dedicó a castigar a la oposición uribista. Ahí la persecución contra Andrés Felipe Arias y Luis Carlos Restrepo. Ahora el Consejo de Estado se dedica a efectuar una “aplicación estricta de la ley” a la oposición.

Es hora de recordar al presidente mexicano Benito Juárez (1806-1872): “Justicia para mis amigos, todo el rigor de la ley para mis enemigos”, se dice que decía. Típica concepción latinoamericana que separa lo justo de lo legal y que usa la ley desde el poder para destruir al enemigo político. El Consejo de Estado hace una aplicación estricta de la ley solo a los representantes de los partidos de la oposición; una aplicación estricta, como la de los casos de Mockus y Robledo, dejaría al congreso sin congresistas. Pero olvida la imparcialidad, que es la virtud del juez.

El problema de la decisión no son Mockus y Robledo. El problema es la manipulación del poder para quitarle espacios a la oposición política que está estrenando estatuto 28 años después de que se estableciera constitucionalmente. El problema es la malicia que se denota cuando el Estado se compromete a tratar a la oposición en condiciones de igualdad (Ley 1909 de 2018) y, luego, sus entes concretos siguen con la discriminación. El problema es que algunas instituciones del estado sigan operando SM, según el marrano.

El Colombiano, 5 de mayo.

viernes, 3 de mayo de 2019

Yes, it's me. Think

Brasenose Lane; uno de los callejones que rodean el edificio del Brasenose College, en Oxford.

Camino hacia la primera sesión del seminario "The Civilizing Process in Colombia", con Ana María Otero, Andrew Linklater, Jorge Orlando Melo y Katherine, su esposa... conversando.

De repente, de frente un muchacho (para mí sigue siendo un muchacho). Dudas.

"Excuse me, I'm Colombian... Are you that I think you are?".

Thom Yorke me respondió por escrito (la dedicatoria fue pedida, por supuesto).

miércoles, 1 de mayo de 2019

Twitter and Leadership

Among the many confusions of the time-time of transitions, instability and misunderstandings-one of the most notable in the public sphere can explain the erratic behavior of leaders with respect to the opinion of the people. In regard to this sentence I will deal with what people mean; about the opinion I had already pronounced a year ago ("Desdén por la racionalidad", 15.07.18).

The first observation has to do with Western political tradition. People, or the public, has never had a single meaning. For the classical Greeks (Aristotle) ​​one thing was the demos and another the ochlos; Marx distinguished between working class and lumpen; Arendt understood that one thing was the people and another was the populace. Less rigorous distinctions have been made between people and mass. In all cases, the first term is positive and the second negative, and the difference is that we, workers, people, are incorporated in an order, woven of legal and informal norms; while ochlos, lumpen, populace, no. Whichever regime is considered the best, political theory excluded or dissolved this disordered fringe.

The contemporary leveling has put us in the trance of confusing the various social agents. Not all people are public, although Facebook and Twitter give the impression to the contrary. It is not the same Kim Kardashian whose essential feature is the void, that Lady Gaga who sings, acts and reasons about its context. And even so, accepting that there is an imbricated public in a network of norms and relationships, this is not always right (being benevolent). This is where people in management positions can lose their way.

In this order of ideas we could distinguish three types of leaders: the dominant, the demagogue and the leader.

The dominant is imposed on any opinion, marginal or extensive, reasonable or not. This type of leader is the autocratic. The demagogue is mounted on the crest of the wave of opinion and, therefore, abdicates leadership. It acts as an amplifier of exalted, nervous opinion; it is propped up in the darkest, most morbid and demonic aspects of the human spirit. The demagogue exercises the style of populist politicians, even if it is not. The demagogue does not influence, is influenced.

The leader of a liberal democratic society takes the opinion as an indicator of the issues that concern sectors of the population and the type of perceptions and inclinations that a fact arouses. He is able to interpret social emotions and can focus on improving information, raising the quality of discussions, channeling concerns in a reasonable direction and leading heterogeneous opinion forces towards a goal or, at least, compatible goals.

The autocrat forces the tweeter, the demagogue flatters him, the leader leads him.