sábado, 23 de mayo de 2020

Treinta años

Cuando volví a Medellín, en 1990, sabía que mis álteregos corrían el riesgo de liberarse.

Hacía cinco años, le había dado bolas a uno de ellos, a Andrés Marín, un comentarista de rock, y este había hecho sus pinitos en periódicos revolucionarios, pero también en el Magazín de El Espectador y en La Prensa, el efímero periódico de Juan Carlos Pastrana.

La vida musical en Medellín se presentaba muy vigorosa y, a primera vista, suponía conciertos en la Plaza de Toros o el Carlos Vieco, películas en el María Victoria o el Tropicana, emisoras como Veracruz Stéreo, la prensa establecida que tenía espacios para la música juvenil. Pero poco a poco, detrás de lo obvio, o, mejor, debajo, uno podía penetrar en la vida montaraz del rock de las laderas. ExFanfarria Teatro o la sede de Tiempos Modernos en Lovaina, algunos bares, eran los escenarios más pulcros de los marginales; pero lo derecho era salir al rebusque en las escuelas de las comunas, en casas alquiladas por un día o terrazas, los toques de las bandas que aparecían cada mes y en cada barrio. Nuestra prensa eran los fanzines y la radio se suplía con las cadenas interminables de casetes mal grabados de conciertos, ensayos o poncherazos, que era como llamábamos a una grabación de una sola toma.

Mi álter Andrés Marín estaba iniciando un fanzine culto con Leonidas Mesa, Música para camaleones. Un robo que Leonidas había hecho a Truman Capote para divulgar grabaciones de blues y rock. Solo salió un número dedicado a Janis Joplin, que acompañamos con la presentación de Janis (Howard Alk, 1974) en el teatro Metro Avenida.

Sin embargo, parecía que había obligaciones mayores que reinterpretar lo contado o recontar lo sabido, y esas apuntaban a las historias que se vivían en los círculos rockeros de los barrios. Así que toda la cosa empezó con el afán de contar qué pasaba en la convergencia entre juventud, barriada popular y rock.

Mi álter en el festival Más allá de la piel, en Castilla, 1992

4 comentarios:

Potatori dijo...

Muy bien.
¿Qué tal darle voz a un alter ego de estos para que cuente más o reseñe algo?
Espero que el claustro marche muy bien.
Saludos y muchas gracias.

ratatracapampam dijo...

En serio Jorge???
Me he quedado de piedra al saber que habías sido tu el que hizo lo del concierto en el teatro, y que fueras el de la revista, por esa revista leí el libro.
Danos un poco más pues, no seas tan amarrao!!
Saludos

Alfonso Buitrago dijo...

Supongo que la historia continuará...

David Vasquez dijo...

Me encantó este texto y coincido con los comentarios anteriores, qué bueno poder leer más historias del rock de Medellín de los 90s desde la mirada de Andrés Marín o de cualquiera de los álter egos, gracias por compartir, ¡y la foto está tremenda!