Iván Garzón Vallejo
El Espectador, 3 de noviembre
La guerra en Colombia se ha prolongado, entre otras cosas, porque no hemos desarrollado una cultura cívica de rechazo a la violencia política. Dirigentes políticos que apoyaron la lucha armada —en el Partido Comunista— e intelectuales que difunden lugares comunes que justifican el recurso a las armas han sido responsables de ello. Así lo plantea Jorge Giraldo Ramírez en el libro Las ideas en la guerra (Debate).
Ya en su informe para la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas el filósofo había expuesto una tesis controversial (teniendo en cuenta la mitad de los informes): el conflicto ha persistido porque las Farc han decidido mantener su lucha revolucionaria para así conservar su propia existencia política. El libro, por lo tanto, es una explicación de esta tesis, y para ello muestra cómo en el concierto de las guerrillas latinoamericanas las Farc sobresalen por su obstinación en la lucha armada —a la que se plegó el Partido Comunista—, a su reconocida falta de representación de los campesinos y los sectores populares, y a su incapacidad para leer las oportunidades del contexto nacional —el Frente Nacional, procesos de paz fallidos y la Constituyente de 1990—, el latinoamericano —ninguna guerrilla venció a regímenes democráticos sin apoyo popular— y el internacional —el fracaso del socialismo real y la transición de la izquierda europea a la socialdemocracia— para combatir por las reformas desde el ámbito civil.
Rebeldes en busca de una revolución imposible en un país con una democracia prácticamente ininterrumpida que hizo las reformas a pesar de ellos, han contado sin embargo con un ambiente intelectual que ha justificado su terco e infructuoso recurso a las armas. Que acá los cambios son marginales, que el conflicto tiene causas objetivas, que el Frente Nacional cerró el sistema político y excluyó a la izquierda, que Cuba tiene un modelo social y educativo ejemplar aunque sin libertades, o que los revolucionarios son héroes altruistas además de potenciales mártires son ideas que han contribuido a legitimar la anacrónica longevidad de nuestro conflicto o su naturalización: que siempre está ahí.
En contraste, Giraldo Ramírez señala la fuerza del ejemplo de siete intelectuales y políticos: Cayetano Betancur, Francisco Mosquera, Carlos Jiménez Gómez, Estanislao Zuleta, Jorge Orlando Melo, Francisco de Roux y Antanas Mockus, que rechazaron la violencia y enfrentaron con valor civil la utopía revolucionaria.
Además de la lección de historia del socialismo colombiano en el contexto latinoamericano, de la aguda crítica al dogmatismo y sectarismo de la izquierda armada y del diálogo entre realismo político y republicanismo liberal que inspiran a su autor, este libro propone ideas que, si son recibidas por sus posibles destinatarios, podrían cambiar el curso del conflicto armado: éste es el momento propicio para dar el paso a la vida civil (negociadores de las Farc); una paz sostenible requiere un Estado fuerte y una política de amigo-enemigo no violenta (clase política y policy makers); es un deber moral asumir un compromiso ético en contra de la violencia (intelectuales y dirigentes de izquierda), y hay que construir una sociedad civil fuerte y participativa cimentada en una cultura de tolerancia y legalidad (ciudadanos).
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