En medio de la crisis se habla mucho de dinero y violencia, de plata y plomo, pero, quizás el mayor problema de la sociedad colombiana hoy sea de confianza, o, mejor de desconfianza. El Edelman Trust Barometer 2021, para 28 países, clasifica a Colombia como el cuarto país con mayor desconfianza en el gobierno. Hablo de un reporte hecho a partir de información recolectada el año pasado. En una investigación reciente, hecha por un equipo del que hice parte en la Universidad Eafit, encontramos que la desconfianza es desigual: alta desconfianza, con tendencia a la baja, en las instituciones políticas; confianza, con tendencia a la baja, en la fuerza pública; confianza, estable, en el sector privado y las universidades.
La desconfianza en el sistema político va desde los partidos hasta las cortes, aunque en Colombia la figura decisiva es la presidencia de la república. No sobra indicar que el liderazgo menos confiable es el político. En principio, como en toda democracia, se resuelve periódicamente; en 2022 habrá cambio de gobierno. El desafío consiste en que tendrá que ser un cambio más profundo; el país necesita reformas y no las van a hacer los que no las han hecho, tampoco aquellos cuyo discurso se basa en patear el tablero. En suma, Colombia tiene que llegar a las elecciones presidenciales con opciones distintas a las que tuvimos en 2018.
La fuerza pública es uno de los fundamentos del estado y el más orgánico, si pensamos que los otros dos, la iglesia y el mercado están desvertebrados. La institución que tiene más riesgos es la policía, cuya imagen se está deteriorando por distintas razones. Todos los expertos coinciden en la urgencia de una reforma más profunda que la modificación del código disciplinario y el cambio de uniforme. Las fuerzas militares, como en otros países (Alemania o Francia), está sometida a la presión del extremismo político para que abandonen su perspectiva profesional y patriótica.
Encontramos aceptables niveles de confianza en empresas, bancos y universidades, sin un indicio claro de la tendencia. “Edelman”, sin embargo, reporta una leve baja en la confianza en las empresas, con descensos en todos los sectores económicos, y una caída pronunciada (17 puntos) en la confianza en los gerentes; de hecho, considera que están en el rango de la desconfianza. En este sector puede estar una de las claves para el futuro del país. El problema del empresariado moderno y organizado del país es que se ha impuesto muchas limitaciones para la acción pública y que su gerencia ha perdido en sensibilidad cívica lo que ha ganado en capacidad técnica. El empresariado necesita una voz propia, distinta a la del gobierno.
Desde el sentido común, todos sabemos qué tan fácil es perder la confianza y qué difícil es vencer la desconfianza. Se necesitan hechos y simpatía.
El Colombiano, 23 de mayo
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