Hace unas semanas la administración de Envigado se dio a la tarea de organizar un simulacro con el objetivo de probar la validez de la propuesta de los defensores del llamado Túnel Verde. Con el sustantivo simulacro, o simulación, se pretende –en las ciencias y cualquier otro tipo de experimentación– mostrar la viabilidad de un modelo teórico.
Por supuesto, los valores propios de la ciencia y la técnica ponen la carga de la prueba en el proponente. ¿Qué quiere decir esto? Que un auténtico simulacro debe realizarlo quien diseña el modelo. Un auténtico simulacro no puede ser llevado a cabo por quien está interesado en que este fracase. Es como si los simulacros de incendios no los hiciera el cuerpo de bomberos sino el pirómano. La administración de Envigado le hizo trampa a la ciudadanía y a los medios de comunicación (que tragaron entero). En lugar de cumplir con los preceptos técnicos, lo que hizo fue hacer realidad la tercera acepción de simulacro según la Academia de la Lengua: una falsificación.
En su disputa contra los ciudadanos, un funcionario de Envigado dijo que la resistencia de los vecinos del Túnel Verde iba “en contravía de las políticas de desarrollo de Envigado” (El Colombiano, 12.04.14). Estaba en lo cierto porque la política de desarrollo de Envigado ha sido exclusivamente pensada para los constructores, contra los intereses ciudadanos, del medio ambiente y de los criterios de una ciudad amigable.
El mejor ejemplo de las políticas de desarrollo de Envigado es lo que ha pasado en la última década en la Loma del Esmeraldal y en la trasversal intermedia. Licenciamiento desordenado de construcciones, violaciones reiteradas de los retiros de quebradas, imprevisión para el desarrollo de vías de acceso y andenes, amenaza a las fuentes hídricas. En la trasversal intermedia se construyó un centro comercial al borde de vía que ya impide cualquier posible ampliación futura.
La preocupación de Envigado por la movilidad ha sido ninguna. Desde que se construyeron adecuadamente las marginales de La Ayurá, lo único que ha hecho la municipalidad es tejer una maraña indescifrable de vías, densificar sin vías de acceso y eliminar el pico y placa para darle gusto a un puñado de privilegiados que pueden salir a la Regional Oriental sin pasar por Medellín.
Engordados por las rentas de la construcción y de los ingresos del impuesto predial, nos quieren hacer creer que su modelo de desarrollo es correcto y que los defensores del Túnel Verde somos los villanos. El interés de la administración de Envigado en Metroplús es la renta, no la movilidad. El interés de los ciudadanos debe ser tenido en cuenta y respetado. Como ni el municipio ni Metroplús escuchan, esperamos que los jueces sigan haciéndolo como hasta ahora y que los ciudadanos tengan memoria en las elecciones del 2015.
El Colombiano, 22 de junio
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