lunes, 30 de septiembre de 2013

Diálogo IV: Literatura

Cuarta parte de la conversación con Carlos Vásquez Tamayo (09.10.12).

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CVT: Hay algo que es gratificante para mí y seguramente para las personas que nos están siguiendo, y es que en la palabra de Jorge Giraldo hay una terminología muy natural, no se tiene que estar apegando a clichés como teórico y tampoco a esas frases que están excesivamente ideologizadas, expresiones tipo lucha de fuerzas, confrontación, toda esa metáfora bélica que ha terminado por abrumar nuestro lenguaje cotidiano, se puede hablar de otra manera y quizás hablando de otra manera se pueda empezar a vivir de otra manera. Esa idea de que el lenguaje es la casa, es la morada, es como la tierra, no es una idea gratuita ni una especie de poetización de la filosofía, es una cosa completamente real, uno vive como habla y uno habla como vive. Esa unidad pensamiento – acción – palabra – acción es muy clave. Pero yo no puedo desaprovechar a Jorge Giraldo pues es un hombre polifacético. Antes de empezar esta emisión con Luis Germán Sierra, nos dio risa porque hablando de su trayectoria en la universidad nos dijo “muchos años después” e inmediatamente recordamos el que esa frase, es el inicio de la epopeya prodigiosa de la nacionalidad colombiana en la literatura y entonces celebramos ese hecho de cómo los escritores van creando frases que también se van volviendo memoria y formas de decir para todos. Sé del amor de Jorge Giraldo por la literatura, ha declarado hace un momento su devoción –una devoción que comparto– por la novela Cien años de soledad y por García Márquez; sé también que tiene un amor incondicional por Herman Melville y particularmente por su novela Moby Dick, y aunque este es un cambio en la conversación tengo que tratar de aprovechar al máximo esa condición polifacética de Jorge y hablarle de ese amor por la literatura o más bien pedirle que nos hable de su manera de ver la literatura, de comprenderla en relación con la condición del ciudadano político y en general la responsabilidad que tenemos todos los ciudadanos con la creación de cultura.

JGR: Bueno, pasamos a un tercio que es muy difícil. Yo realmente estoy lejos de ser un especialista. Degusto la literatura como cualquier persona del común, sin embargo, como estudiante de filosofía que soy, creo que la literatura ofrece digamos, una de las fuentes más ricas para la reflexión filosófica, la literatura creo que ayuda como pocas cosas a reinterpretar la realidad y a reinterpretarla con la distancia que se requiere. Vuelvo a Cien años de soledad, que para mí –con el perdón de los especialistas– es la obra más grande escrita en nuestra lengua y creo que con Cien años de soledad he aprendido más de Colombia que en todos los libros de historia que he leído. Me parece que ese es el poder que tiene la literatura. A propósito del tema de la guerra, por ejemplo, creo no haber leído menos de 10 veces Cien años de soledad y la última vez fue a propósito de la edición que publicó la Real Academia Española de la Lengua y me resultó supremamente impactante encontrar que estaba leyendo una novela distinta, encontrar que cuando la leí en la segunda edición de Suramericana –que la compré con mi sueldo de mensajero en 1972– Aureliano Buendía parecía un héroe y cuando la volví a leer hace cuatro años se me parecía a cualquier cosa menos a un héroe, me parecía un personaje supremamente antipático, deplorable, y eso me lleva pensar en lo que estábamos hablando ahora. Digamos, como es de difícil aprehender las personalidades, las características de estos guerreros que unas veces te parecen atractivos, otras veces te parecen repulsivos y sin embargo, son miembros de tu comunidad y son unos alguienes con los que hay resolver los problemas que tiene la comunidad política.
En suma, para mí la literatura es un gusto pero también una fuente para la reflexión filosófica y no solo las obras de ese tipo cosmogónico como Cien años de soledad, Moby Dick, La odisea, El silmarillion, La carretera, que ofrecen esa posibilidad de manera inmediata. Probablemente sea una enfermedad profesional del estudiante de filosofía. Hay algunas cosas en las que perdemos el goce puro, porque además tenemos que estar pensando qué implicaciones tienen esas metáforas o esos pasajes que encontramos allí.

1 comentario:

David dijo...

Esta muy bueno poder disfrutar de la literatura ya que esto nos traslada a distintos mundos. Cuando vuelvo cansado para los apartamentos en buenos aires, lo que mas me gusta es tirarme en el sillón a leer una buena novela