lunes, 23 de septiembre de 2013

Diálogo III

Continuación (tercera parte) de la conversación con Carlos Vásquez Tamayo, 09.10.12.

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CVT: Entre tanto, Jorge Giraldo, la sensación que tenemos los ciudadanos, lo digo, pues, obvio, desde mi propio sentir, pero también convidando el sentir de personas con quienes mantengo contacto y conversación, es que pertenecemos a una generación y ya varias generaciones, que hemos aprendido a construir realidad y a hacer real nuestra existencia en la patria colombiana en la guerra, todos nuestros códigos están digamos como inmersos dictados, codificados, enlazados, por eso que ha terminado siendo, desgraciadamente, como el estado natural de la vida en Colombia, de tal modo que pensar en una convivencia en que se vuelvan valores determinantes la cultura, el desarrollo científico, grados altos de calidad de vida en las ciudades y en el campo, buenas condiciones en el trato de los recursos naturales, exigiría como todo un aprendizaje, aprender a vivir en paz, no hacer algo que se derive mecánicamente de seres que no hemos sabido sino vivir en guerra, ¿Cuáles son para Jorge Giraldo las claves de ese aprendizaje?, claves que tendría que saber encarnar individuo por individuo y grupo por grupo para que este proyecto que tenemos en el horizonte no termine siendo fallido.

JGR: Carlos, yo creería hoy que el principal problema que tenemos nosotros es la dificultad de transmitir los aprendizajes de unas generaciones y de unas personas concretas a las nuevas generaciones. Al cabo de reflexionar sobre este tema no soy tan pesimista respecto a la condición del ser colombiano -si es que es alguna cosa eso de ser colombiano- porque en los últimos 50 años, en lo que tengo de vida, he visto, y en algunos momentos he participado también de unas actividades, de unas agrupaciones humanas que ensayaron estos caminos digamos contestatarios, conflictivos y que hicieron aprendizajes. Fruto de eso yo creo que son –bueno, no me tocó– los acuerdos que dieron lugar al Frente Nacional, y después los acuerdos que se hicieron a lo largo de la década del noventa, luego los que se hicieron a principios de la década pasada.
Ahora estamos presenciando un nuevo intento y encuentro de otras generaciones de personas que se están acercando hoy a unas conversaciones con el gobierno colombiano -que probablemente estén llegando con cierta tardanza a estas conclusiones- y empezando a transitar un recorrido conocido por aquellos otros grupos que mencioné. Mi pregunta es, ¿cómo hacemos para transmitir esos aprendizajes que tuvimos unas generaciones –unas pasadas, otras con cierto presente– a las generaciones actuales y a las venideras para dejar de tener la sensación de vivir en una vida circular, como la que García Márquez describe en Cien años de soledad, y para sentir que podemos pasar a una nueva fase de la vida colombiana? ¿Cómo hacemos para que las preguntas y los retos de las personas y de las comunidades sean distintos a esta cosa que hemos estado ensayando con muchas frustraciones durante los últimos 50 años? Entonces, yo creo que la principal pregunta es esa, o el principal problema, ¿cómo instalamos en las nuevas generaciones unos aprendizajes que ya hicieron –para mencionar nombres propios, personajes como Antonio Navarro Wolff, por decir algo, o estos señores que participaron en las negociaciones con los grupos de autodefensas, o estos señores que van a entrar en las negociaciones de ahora– cómo hacer que esa trayectoria vital no se repita en las próximas generaciones y haya un aprendizaje social eficaz de lo que esos grupos y esos personajes vivieron en su experiencia personal y política?

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