Para los que ya no somos jóvenes es inevitable el recuerdo del Paro Cívico Nacional del 14 de septiembre de 1977. Tengo la impresión de que el paro que está viviendo todavía el país es más nacional, largo y masivo que aquel. Como lo dijo hace poco Alfonso Gómez Méndez, “ahora se produjeron las movilizaciones más grandes de nuestra historia reciente” (El Tiempo, 04.09.13). Habrá que esperar estudios comparativos más pausados y rigurosos.
Hay muchísimas tentaciones comparativas: las acusaciones (falsas) del Ministro de Gobierno Rafael Pardo Buelvas a Misael Pastrana y a Carlos Lleras por apoyar el paro, los ataques del alvarismo de entonces a los que tenían intereses electorales en la protesta, la diatriba contra el diario La República por editorializar a favor del paro, la posición de Lleras condenando “los atentados terroristas y la estúpida destrucción de bienes que pertenecen a la comunidad” (Nueva Frontera, 14.09.77).
Me limitaré a recordar el editorial firmado por Luis Carlos Galán en Nueva Frontera, titulado “Llamamiento a la paz” (21.09.77). El argumento general de Galán ayuda a entender el título y fue este: Colombia ha recorrido un largo y doloroso camino construyendo la paz política y esa paz está amenazada por los problemas sociales. Galán valoraba positivamente los acuerdos de 1957 y los logros del Frente Nacional. Todo esto se puede perder, anuncia, “poniendo en peligro la paz social y dejándose arrastrar a un enfrentamiento agresivo, rencoroso e incontrolable entre las clases sociales”.
Lleras Restrepo había escrito pocos días antes del paro que prefería los “mecanismos preventivos” antes que “decretos de intimidación propicios a generar reacciones coléricas” (Nueva Frontera, 14.09.77). Pero Galán, en su editorial, transformó ese argumento eficaz en una postura reformista. Dijo: “la evolución social del país será pacífica si los colombianos acometemos reformas de fondo, concientes de que la igualdad de oportunidades es un derecho y una necesidad imprescindible de las sociedades modernas”.
Quien luego fuera fundador del Nuevo Liberalismo, termina: “todos los colombianos tuvimos la oportunidad de escuchar una voz de alarma; si sabemos atender cuidadosa y responsablemente su significado, podremos conseguir todavía, que la justicia social se realice entre nosotros sin necesidad de construirla sobre el sacrificio y el dolor de miles de víctimas inocentes de todos los sectores de nuestra Nación”.
El reto de hoy es entender. Hay que interpretar las señales que envía la protesta, hay que comprender las consignas que parecen extrañas, hay que prever las consecuencias posibles de esa furia. Si los dirigentes se siguen tapando los ojos, y se contentan solo condenando a los “vándalos”, pagaremos el precio.
Medios. A los que creyeron que mi columna sobre los medios de comunicación era un cuento viejo les va este dato: según Gallup los medios tienen la mayor imagen desfavorable (37%) en lo que va del siglo.
El Colombiano, 8 de septiembre
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