Siguiendo el camino inverso, después del disco vino el demo.
Probablemente —como lo insinuó Juan Antonio Agudelo en una reseña— se trataba de mi afán. No me justificaré. La edición del cedé dejó ganas: Mente en blanco no se publicó, buenas nuevas canciones quedaron por fuera, más de un lustro de trayectoria empezaba a exigir renovación. Había motivos para hacer una instantánea de lo que hacía Frankie cuando las comunas se apaciguaron y empezaba a incubarse la nueva guerra urbana.
La oportunidad fue la conmemoración extemporánea de la muerte de León Zuleta.
A León lo habían matado en 1993 y yo había renunciado a unirme a duelos con los que no tenía simpatía; entre otras cosas porque alabar un cadáver es más fácil que comprender a un rebelde supremo. Tres años después, ya como director de la Escuela Nacional Sindical, decidí organizar un homenaje a León y Frankie ha Muerto cerraría el acto con un concierto.
La precaria grabación la mezcló Dilson Díaz, columna vertebral de La Pestilencia y una de las figuras notables del rock colombiano, en Lorito Records, el estudio de Federico López. El demo contiene siete temas en vivo a los que se adicionó la grabación en estudio, mezclada dos años antes por Federico. El cuadernillo llevaba todos los distintivos del grupo: el nombre en letra inglesa y el demonio de Boilly, ahora en dorado sobre negro.
El demo, llamado En vivo, fue mi despedida de León. Nadie lo supo en su momento que también era el fin de la imagen de la primera etapa de Frankie (el morado, la letra inglesa y el diablo violinista) y de mi permanencia con el grupo. Otro álter me llamaba.
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4 comentarios:
Me encantan estos viajes al pasado de la mano de Marín, de Amaranto o de ya ni sé quién. Los textos son tan buenos, pero tan cortos, que uno siempre quiere leer más. Qué bueno sería recoger todas esas anécdotas en un libro.
Recuerdo el concierto de León Zuleta, fue en la Escuala Nacional Sindical, donde él trabajaba y nosotros ensayábamos. "Los muchachos de Jorge" decía, y nos daba la risa. Fue un concierto para pocos invitados, la gente de la escuela y algunos amigos. Jorge quiso hacerlo así, y no entendíamos cómo se lo permitieron, pero allí estábamos, como si Frankie fuera su segundo nombre. Nosotros sinceramente queríamos devolverle el favor a la escuela y honrar a León. Fue un gesto muy bonito, algo muy emotivo.
Gracias Jorge por sumergirnos en un viaje esencial de las calles, los barrios y esa conexión de Frankie ha muerto. Alegra conocer todos esos pormenores del proceso de una banda que se ha constituido en un proyecto de ideas artísticas llenas de eclecticismo.
Tremendo viaje estos relatos. Gracias Jorge por la posibilidad de conocer al detalle esa etapa de Frankie en la que muchos encontramos afinidad, resguardo e inquietud.
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