La Mesa de Diálogos en La Habana parece estar en cuidados intensivos. La última noticia la trae María Jimena Duzán basada en fuentes elusivas, dadas sus referencias al estado anímico y físico de los negociadores, así como al trato entre ellos. Su conclusión: “No es un secreto que el proceso de paz está enfrentando su peor crisis y que su fragilidad es bastante alta” (“Crónica de un proceso en crisis”, Semana, 20.06.15).
El proceso está amenazado de languidecer. Las Farc nunca se han parado de una mesa de negociaciones; las han destruido a punta de emboscadas en 1987, de peticiones delirantes en 1992 y parece que ahora quisieran hacerlo destruyendo plantas de tratamiento de agua en Algeciras (El Espectador, 09.06.15) y del “daño ambiental más grande que ha tenido el país en los últimos 10 años” en Tumaco (El Tiempo, 25.06.15). Sin embargo, no estamos en 1987 ni en 1992. Están negociando en medio de las condiciones más malas para ellos de los últimos 30 años.
El drama en que estamos es doble. Las Farc no quieren acabar el proceso pero tienen muy poca imaginación política para saber terminarlo bien y a tiempo. El objetivo de la guerrilla de enfocarse en el logro de un cese al fuego bilateral, es casi suicida. Cambiaría el propósito de la negociación de terminar el conflicto por el seguimiento a una tregua improbable de cumplir. El embellecedor que algunos analistas le han aplicado a las treguas unilaterales anteriores no pudo ocultar sus dificultades. Sería como meter el proceso en un coma inducido del que, con seguridad, despertaríamos peor de lo que estamos hoy.
El gobierno parece atrancado en sus fórmulas y es incapaz de generar acuerdos, promover consensos alrededor de la Mesa y ganarse el apoyo de la población. Propuestas no le han faltado: César Gaviria lanzó una idea sobre justicia que acaba de morir con la Comisión de la Verdad; Álvaro Uribe sugirió fórmulas de concentración con guerrilleros armados; la Alianza Verde planteó una ingeniosa salida que le garantiza respaldo al proceso pero le pone fecha. Lo más audaz que se escucha en el santismo es tener más paciencia (Alfonso Gómez Méndez, “Entre la paz y la guerra”, El Tiempo, 16.06.15). La izquierda está presa; Iván Cepeda no piensa sino que va a Cuba a que le digan qué pensar.
Estamos en el momento ideal para que aparezcan los terceros necesarios que ayuden a superar esta fase crítica y llevar el acuerdo a buen término. El profesor de Columbia University Aldo Civico convocó al protagonismo del sector empresarial (“Proceso de paz y sector privado”, El Espectador, 02.06.15). Los movimientos sociales deben pasar de las ilusiones a las propuestas. El Vaticano podría ayudar con más que una visita papal. ¿Francisco de Roux y la Compañía de Jesús? ¿Mujica? ¿Lula? ¡Alguien!
El Colombiano, 28 de junio
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