Dos mujeres que se desconocen se citan en alguna estación del metro de Madrid. La una es de Sincelejo (Colombia) y la otra de Jaén (España). Se encontraron en internet, pues la primera está tratando de comprar dos boletas para un par de compatriotas que no conoce y la segunda, con remordimiento, está tratando de duplicar los euros que invirtió dos meses atrás con el sueño inicial de ir a ver a Nick Cave, convertido ahora en la meta de copar un poco más el refrigerador.
El encuentro de dos mujeres desconocidas se transformó después en el de dos parejas desconocidas que se presentan en un restaurante gallego, la noche en la que el Real Madrid va a salir eliminado por la Juventus en la semifinal de la Champions. En la mesa hay un interrogante: ¿quién es ese artista sin renombre que vende sus conciertos con seis meses de anticipación, obliga a un par de colombianos que quieren oírlo a hacer maromas transoceánicas y hace sollozar a una mujer que se desprende con lástima de dos horas de emoción?
En un tiquete mal impreso dice Nick Cave. Al lado izquierdo en letras de 10 puntos, viernes 22 de mayo, 21 horas; en mayúsculas Palacio de los Congresos, en minúsculas, en 8 puntos Campo de las Naciones. Eso lo vemos el viernes 22 de mayo, a las 20 horas cuando escuchamos a alguien gritar "It's not here" y salimos al Paseo de la Castellana a tomar un taxi y el taxista no sale hacia el sur, hacia el otro probable palacio de los congresos, sino hacia el noroccidente, en dirección al tercer palacio de los congresos (en la misma ciudad), señalado en una línea de 8 puntos en una boleta impresa de baja calidad.
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