El muy serio analista político Andrés Oppenheimer se excusa de incurrir en un análisis sicológico del presidente Rafael Correa (El Colombiano, 16.08.09). La excusa es válida porque tales argumentos son de lo más raro en los escritos políticos y sólo en medio de grandes tormentas se usan como recurso de combate; al fin y al cabo nadie siente necesidad de hacer un perfil sicológico de un político “bueno”, eso sólo se hace con uno “malo”.
Es más válida si se escribe para un medio colombiano, pues en los últimos años los rasgos síquicos del líder se han vuelto un expediente recurrido, incluso entre opinadores provenientes de la academia. Una cierta impotencia para explicar los fenómenos del carisma y la popularidad casi incondicional en tiempos de la política mediática y la cyberopinión, mezclada con un apasionamiento mal disimulado.
No es que se apele a la tradición de la sicología de masas creada por Gustave Le Bon, apuntalada por Freud y después reformulada magistralmente por Elias Canetti. No. Por lo regular se trata de una manera sutil de convertir el chisme de coctel o de cama en información pública y de insinuar con frases sibilinas lo que no se puede sostener en un debate franco o ante un tribunal.
El uso de los hechos o los signos que podrían explicar una siquis enferma en el gobernante demuestra la admiración torturada del escritor político por el líder, a quien se termina mitificando desde el ataque poco razonable. Y así mismo deja ver la desconfianza que se tiene en la fortaleza de las instituciones sociales, las bondades del sistema político, las exigencias de un mundo interconectado y el juicio del ciudadano.
2 comentarios:
Jorge, hay que añadir la notoria capacidad que parecen haber desarrollado muchos analistas en percibir las muestras de prepotencia y arrogancia de los líderes políticos, así como su conexión con sus actos. En el discurso de algunos parecería que ése solo elemento explicaría toda su obra.
Lo sicológico, aunque es un factor explicativo válido de algunas conductas políticas y humanas en general, suele ser presentado (como en este caso de Oppenheimer), con mucha simpleza.
Jorge voy un poco detrás de su rastro. Apenas en la poesía y política, una de sus entradas de Junio. Me atrevo a poner el enlace de una columna mía sobre el tema.
Un saludo, Pascual Gaviria.
Fábulas políticas
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