miércoles, 13 de mayo de 2009

Sanchos y quijotes I

Sin hermenéutica literaria –sólo con el sentido común– podemos hablar de los arquetipos de Sancho y El Quijote como prosaico y soñador, simple y alambicado, señor de su casa y pretendiente del mundo, respectivamente. Entre el vasto material metafórico y analógico a que han dado lugar los personajes de Cervantes, la política y la filosofía ocupan un lugar importante.

El pensador inglés Michael Oakeshott (1901-1991) propone una lectura bastante acorde con la anterior comparación. Para él la filosofía no debe tener “presuposición, reserva, freno ni modificación”*. La filosofía debe ser atrevida, alborotadora, disolvente, tal vez, incluso, descabellada. Dígase quijotesca. La política en cambio debe ser todo lo contrario: sobria, ordenada, contenida, adaptable. Dígase sanchesca.

El retrato que el profesor mexicano Jesús Silva-Herzog ofrece de Oakeshott se titula “gobernar en bicicleta”. Para manejar bicicleta hay que pedalear y es seguro que para ser un ciclista notable no se requiere conocer la “teoría general del ciclismo”**. La filosofía puede cabalgar en un táparo creyendo que es un Bucéfalo y embistiendo molinos de viento como si de tratase del mismísimo Señor Gris. La política debe apartarse de ello.

*Oakeshott, Experience and its Modes, 1933.
**Silva-Herzog, La idiotez de lo perfecto, México, FCE, 2006.

1 comentario:

Federico Hoyos Salazar dijo...

Muy buena Jorge. Me identifico más con Sancho.

Saludos,

FHS