The Recording Academy, entidad famosa por la creación del Premio Grammy, siempre ha tenido sus trucos. Muchas veces nos hemos sentido engañados por sus decisiones y, en otras, podría pensarse que los estafados han sido ellos. Para evitar lo segundo la Academia suele recurrir a los mandatos de la tradición y al conservadurismo propio de las instituciones sólidas. A veces los recursos son poco ortodoxos y en otras ocasiones muy sutiles.
Ejemplos de ello lo tuvimos en la última ceremonia de premiación. Dada la precariedad de la producción musical en el 2008 y a la presión industrial y mediática que ponía a la banda inglesa Coldplay como estrella del año, la Academia decidió postular un disco del 2007 para aclamarlo como gran ganador del 2008: "Raising Sand", interpretado por Alison Krauss y Robert Plant, y producido por T. Bone Burnett. La trayectoria artística de cada uno de ellos sobrepasa la edad de cada miembro de Coldplay (exceptuemos por cortesía a la señora Krauss); y mejor no hablemos de la calidad de su discografía.
El segundo recurso fue casi imperceptible. Coldplay debía protagonizar uno de los actos centrales de la premiación y a la Academia se le ocurrió convencer a Radiohead para otra intervención. Tras nueve años sin apariciones en televisión e invitados a tocar ante una de las bandas que más ha explotado una imitación light de la gran agrupación de Oxford, el contraste resultó devastador. El disfraz de sargento pimienta de Chris Martin, con su pianito claydermaniano y su falso falsete, al lado del descuido natural de Thom Yorke y su voz sublime respaldada por tres decenas de tambores y bronces.
No había manera más contundente de colocar a una banda pequeña y anodina en su justo lugar.
1 comentario:
Jajaja, ¡genial apunte!
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