El columnista Jonathan Freedland, todavía en el entusiasmo poselectoral, definió a Barack Obama como un “liberal duro, no sentimental y no ingenuo” (The Guardian Weekly, 05.12.08). Esas orientaciones las encuentra en la personalidad del nuevo presidente pero también las estima como un propósito para diferenciarse de Carter o Clinton. Freedland dice que este enfoque ha “desencantado a muchos creyentes de la izquierda liberal”. Y tiene razón. La izquierda liberal puede definirse bien por las características contrarias: es blanda, sentimental e ingenua.
En la misma línea el profesor Roland Paris (University of Colorado) distingue entre el liberalismo clásico que tenía presente al Leviatán y el liberalismo universalista del siglo XX, que él llama wilsonianismo, que lo escondió en las sombras y lo olvidó. La pérdida de la inocencia del nuevo liberalismo consistiría en aceptar que no hay manera de esconder al Leviatán*. Paris habla de las condiciones de las sociedades en guerra o situaciones de extrema violencia, en las que ni el libre mercado, ni la competencia electoral pura, ni la libertad de expresión disponible para insuflar el odio, son salidas. Por el contrario, representan factores de desinstitucionalización y desestabilización.
En una reciente entrevista el jefe del partido liberal colombiano y expresidente de la república, César Gaviria Trujillo, ha hecho una especie de declaración de fe alrededor de algunos postulados de la política de seguridad de la administración Uribe: a) la fuerza pública tiene que hacer presencia en todo el territorio, b) es necesario el monopolio de la fuerza, c) el Estado tiene que seguir fortaleciendo la fuerza pública, d) el presidente debe asumir activamente la jefatura de las fuerzas armadas (El Tiempo, 22.02.09). Quizás este sea otro síntoma de que los liberales están dispuestos a superar su propia edad de la inocencia.
El maestro Norberto Bobbio dijo que el poder es el alfa y omega de la política. Y esto lo aprenden los estudiantes de política desde las primeras semanas de clase. Que algunos liberales lo descubran hoy parece ser noticia.
*Paris, R. 2004. At the End’s War, Cambridge, Cambridge University Press, p. 50.
1 comentario:
Muy claro el oscuro portafolio de la colectividad liberal colombiana. Es un extraño juego electoral donde copulan con sectores del PDA, para obtener unos socios que se unen en el antiuribismo, pero no tiene respuestas a la coyuntura económica ni a la crisis de las fronteras, por ejemplo.Frívola, blándula y undívaga como su jefe.
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