miércoles, 11 de febrero de 2009

Arendt: hipocresía y política III

La riqueza conceptual y filosófica, amén del asombroso revisionismo con que Hannah Arendt llena sus obras sobre la revolución y la violencia, orillan y velan temas muy sugestivos para la filosofía política, temas que no son simples menciones de paso sino argumentos fuertes a favor de su posición.

Uno de ellos es el de la relación entre la hipocresía y la política. En Sobre la violencia Arendt afirma que “si investigamos históricamente, las causas de la transformación de engagés (compromisos) en enragés (furias), veremos que no es la injusticia la que ocupa el primer plano, sino la hipocresía”*. Traducido esto a una expresión a la vez política e histórica “fue la guerra contra la hipocresía la que transformó la dictadura de Robespierre en el Reinado del Terror”**.

La pensadora alemana enfrenta a Montesquieu, con su idea de que aún la virtud debe tener límites, con Robespierre (y Rousseau en la sombra, por supuesto) que pensaba que tal idea era propia de “un corazón frío”. Los jacobinos y los bolcheviques creyeron que una de las tareas de la revolución era establecer un reinado puro de la virtud, de la mano de los puros de corazón. Por ello, tal vez, convirtieron a la hipocresía en su principal enemigo moral e hicieron de la suspicacia la característica conspicua del revolucionario.

El estandarte de la virtud sospecha de todo y de todos. La Revolución Francesa incluso la institucionalizó mediante una Ley de Sospechosos que, como era de esperarse, se convirtió en el camino más corto hacia la guillotina. Arendt hace manifiesta la paradoja que encierra la suspicacia sistemática: puesto que las motivaciones íntimas de los actos siempre permanecen en la oscuridad, toda exigencia de exponer en público las razones “verdaderas” transforma “a todos los actores en hipócritas”.

* Arendt, H. 1970. Sobre la violencia, México, Cuadernos de Joaquín Mortiz, p. 58. Trad. Miguel González.
** Arendt, H. 1988. Sobre la revolución, Madrid, Alianza Universidad, p. 100. Trad. Pedro Bravo.

1 comentario:

jaime jaramillo panesso dijo...

La pertenencia a la religión es diferente a la pertenencia a la política.De allí el término moral de hipocresía. Desde el ángulo evolutivo de la conducta humana,"la política es la guerra por otros medios", es un ganancial para la sociedad humana, puesto que matar es un deito, pero la hipocresía no lo es.Hipocresía en el campo de las reglas de la guerra, equivaldría a perfidia.En democracia hay que estar preparados para ganar o perder, y en ese escenario no se dice toda la verdad táctica ni estratégica, lo cual acusa hipocresía en la lucha por el poder. En el totalitarismo no existe la alternativa de perder. Por eso los dictadores mueren de viejos ejerciendo el poder.No hay lugar a la hipocresía, sino a la verdad del dogma y de la palabra del ungido.Ergo Maquiavelo.