lunes, 16 de agosto de 2021

Medio pan sin circo

Los problemas políticos y sociales que estamos viviendo en el mundo se aceleraron por la pandemia, no son una consecuencia de ella; y los datos sobre la magnitud de la calamidad hablan más de la insuficiencia de las medidas gubernamentales que sobre la malignidad del virus. Esta conclusión se reafirma con los datos más recientes sobre pobreza en Colombia.

El moderado avance nacional en la lucha contra la pobreza, según cifras del Dane con corte a abril de 2021, se detuvo en 2014 y se disparó el año pasado, después de un lustro de pequeñas fluctuaciones al alza que sugieren un descuido en esa materia. El golpe ha sido terrible: 7% más incidencia de la pobreza monetaria en el país, para llegar 42,5%, mientras la pobreza monetaria extrema creció casi el doble pasando de 6,8% en 2019 a 12,8% en 2020. Los porcentajes no le hacen justicia a la magnitud del problema puesto que las 23 principales área urbanas han sido las más golpeadas, donde se concentra la mayor parte de la población.

Mientras la pobreza multidimensional disminuyó en Colombia, antes de la pandemia, en Antioquia aumentó y lo venía haciendo desde 2016 (durante la gobernación de Luis Pérez, cuando también aumentó la mortalidad infantil por hambre). En cuanto al impacto de la pobreza según el género del jefe de hogar, Antioquia se parece más a Córdoba (donde hay 6 puntos de diferencia en contra de las mujeres) que a Cundinamarca (donde sólo hay 2). En el Valle de Aburrá la tasa de desempleo juvenil crece incesantemente desde 2014 (15,2%) y saltó al 27,4% en 2020 y en la región tenemos 245.400 jóvenes que ni trabajan ni estudian (“Pobreza y desempleo alcanzan niveles inéditos en Medellín”, El Colombiano, 06.08.21).

Lo que más importa respecto al acontecer político suele ser la percepción. El Dane, con el apoyo de Unicef, realiza la encuesta Pulso Social en la que se indaga por redes, confianza y “bienestar subjetivo”. Desde julio de 2020 a junio de 2021 la percepción de las familias de Medellín sobre su situación ha sido peor que la del promedio de las 23 principales ciudades del país, con diferencias de hasta 15 puntos en febrero (8% en junio). El estado de ánimo respecto al futuro inmediato también es más malo, 9.5 puntos porcentuales de diferencia. 

Con los nervios de punta (≥40%), tristes (≥17%) y cansados (≥16%), los colombianos necesitamos un poco de solaz y alegría. ¿Qué hacen las autoridades? La ciudadanía sigue sin conciertos, exposiciones, fútbol. La televisión, el entretenimiento de los más pobres, ancianos y discapacitados, se privatiza a pasos agigantados. El costoso plan de cable no alcanza porque los programas atractivos se cobran aparte.

Solía hablarse de la decadencia de Roma como una sociedad de pan y circo. Con medio pan y sin circo ¿añoramos a Nerón?

El Colombiano, 15 de agosto

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