La fuente es el punto de atracción de la gente del pueblo y puede imaginarse en el centro de una plaza como cualquiera de las nuestras. Ahora es un pozo oscuro, lugar de reunión de personas retiradas, jóvenes en edad de enamoramiento, mujeres con hijos pequeños aún. Es oscuro el pozo por ser lugar del más triste de los desarraigos, si hacemos caso a un lugar común, el que resulta de la pérdida de la esperanza. Glück, en otro poema, ofrece el panorama menos sombrío de una esperanza estacional, que viene y que se va. La oscuridad parece ser resultado de la convergencia de avenidas cuyos nombres la poeta no disimula: la avenida de la Fe Rota y la de la Decepción, la avenida del Tiempo Perdido.
La esperanza es el mundo de la acción, mas no de cualquiera. Esa gente sin esperanza hace cosas. Hacer cosas es una manera trivial de esperar, dice el I Ching, hacer cosas pequeñas que liman los relojes, cosas que ayudan a sosegar la mente, a distraer el espíritu. El mundo de la acción no tiene nada que ver con el practicismo, elevado hace poco a valor incuestionable. El practicismo, definido por la Real Academia, como pensar o actuar ajustándose a la realidad. Ajustarse es someterse. Hacer cosas es una forma de evitar la desesperación, poco más. Si esto suena raro es porque aprendimos mal el mito de la Caja de Pandora; no, no fue la esperanza lo quedó, fue la espera.
La esperanza es algo menos concreto y más grande. Pertenece al mundo de la acción, pero no al del trabajo. Tal vez Glück comparta con Hannah Arendt la tesis de que la vida activa es una cosa distinta de la vida laboral; la acción hace florecer la humanidad de los seres humanos, el trabajo ayuda a conservarnos, en el mejor de los casos. Para la filosofía toda la diferencia está en el sentido. Nuestra poeta señala el mundo del pensamiento. Cuando accedan a este mundo, todo cambiará. Cambiará porque solo desde la esfera del pensamiento pueden cruzarse las puertas del mundo de la acción.
Todo cambiará. Al otro lado de la fuente verán con ojos nuevos la avenida de la Libertad, que no es llana, que no les saca a un campo abierto, es pedregosa; la avenida de la Libertad que los pone al pie de una montaña y los desafía.
El Colombiano, 6 de junio
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