El análisis sobre lo que viene para el mundo, occidente y la región es muy sombrío. No se trata solo de todo aquello que puede explicarse por la condición de la época: acelerada, incierta, volátil. Se trata de la coyuntura: del triunfo geopolítico de Rusia, que acaba de retratar Timothy Snyder; del proceso de autodestrucción llevado a cabo por Trump en Estados Unidos; de la fase azarosa en la que entran los otros dos gigantes de América, Brasil y México; de la fragilidad de los gobiernos de Argentina y Colombia, los otros dos jugadores regionales importantes; de las altas probabilidades de una recesión económica en occidente; de la multiplicación de los factores que fomentan el arcaísmo cultural y el populismo.
Algunos de quienes sienten las señales del tiempo llaman la atención sobre los rasgos positivos que conviven con los anuncios de tormenta o reclaman miradas de ciclos largos para mostrar que vamos bien; otros hacen invocaciones bien intencionadas y terapéuticas al optimismo o la esperanza. Todos ellos son discursos de consolación que encierran el gran peligro de ser inmovilizadores, pasivos; discursos que confían en fuerzas externas ajenas a la acción que uno mismo —como persona, familia, corporación— tiene que llevar a cabo.
Si de valores o virtudes se trata, creo que es hora de invocar la solidaridad. Algo se ha dicho al respecto: que es el objetivo pendiente de la ilustración o que era la tarea del siglo XXI histórico que empezó por allá en 1990. Tomo el valor de la solidaridad a partir de un verso de una canción de Bruce Springsteen al que quiero darle un sentido categorial: “We Take Care of Our Own”. La traducción sobria y correcta en español (cuidamos de nosotros mismos) no le hace honor al énfasis y la reiteración que la frase tiene en inglés. Una traducción literal y fea es necesaria desde un punto de vista filosófico: nosotros tenemos cuidado o nos hacemos cargo de lo que es nuestro.
Ahora, ese nosotros es un plural desnudo; no se trata del uso mayestático del plural que aparenta modestia y esconde el peor individualismo, el que solapa al individuo detrás de la comunidad. La frase llama a un nosotros concreto como propiedad, que no es el mundo, ni siquiera el país. Es el nosotros que está a la mano (la familia, los amigos, el equipo de trabajo, el barrio, el pueblo). Y, además, la frase llama a la responsabilidad: “We Take”, nosotros tomamos en el sentido de asumir, hacer, aportar, hacerse presente. Ante la adversidad, tenemos que cuidar lo nuestro, empezando por el nosotros a la mano.
María Teresa Uribe: después de casi una década de retiro y de oportunos y merecidos reconocimientos, murió María Teresa Uribe en el despunte del año. Queda su obra y, sobre todo, su magisterio.
El Colombiano, 6 de enero
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