lunes, 1 de octubre de 2018

Venezolanos

Venezuela está expulsando gente. Después de la Segunda Guerra Mundial, Venezuela recibió cerca de dos millones de inmigrantes españoles, portugueses e italianos, en su mayoría (debe contársele a Matteo Salvini, ministro del Interior de Italia). Por supuesto, hubo también del Caribe como consta en el Diario 1951-1957 de Alejo Carpentier sobre su vida en Caracas (Letras Cubanas, 2013). A partir de los años sesenta los colombianos empezaron a conformar el grupo mayoritario de inmigrantes; en el censo venezolano de 1981 se contabilizó medio millón de colombianos y hasta hace cinco años se habló de unos 750 mil.

La situación se ha invertido; Venezuela se ha convertido en un país expulsor. Desde 2014 son dos millones y medio de personas las que han salido del país vecino. Solo entre abril y mayo del 2018 llegaron a Colombia 442.462 personas procedentes de Venezuela, muchos de ellos colombianos de nacimiento o binacionales. Las razones aducidas son la inseguridad y la escasez de alimentos, pero no hay dudas de que el giro del populismo autoritario a la dictadura está teniendo un impacto notable. La semana pasada Amnistía Internacional presentó el informe “Esto no es vida” en el que concluyó que “un 22% de los 21.700 homicidios registrados en 2016 serían responsabilidad de las fuerzas del orden” (El Mundo, “Amnistía Internacional denuncia cientos de ejecuciones extrajudiciales en Venezuela”, 20.09.18). Pese a ello, apenas 97 mil han accedido a que se les reconozca la condición de refugiados en todo el mundo.

El régimen de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, así como la prensa rusa, difunden la idea de que la situación se debe a una agresión internacional. Como parte de sus gestiones diplomáticas para rechazar la agresión, el gobierno venezolano acaba de impugnar la solicitud del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas para que se permita llevar asistencia humanitaria a la población. (Donald Trump, por su parte, denunció que Estados Unidos es objeto de agresiones continuas y le quitó su aporte al Consejo de Derechos Humanos.)

Evidentemente el desplazamiento masivo desde Venezuela genera traumatismos en los países vecinos, por su tamaño y por su intensidad. Con excepción de algunos incidentes xenófobos en la frontera brasileña, estas personas han podido llegar a sus destinos con muchos menos obstáculos que los inmigrantes asiáticos y africanos a Europa. Es seguro que muchos negociantes inescrupulosos los estén explotando laboralmente y sus actos deben ser controlados por las autoridades. Se requieren medidas hospitalarias eficaces y no solo por parte de los gobiernos y los organismos supranacionales. La campaña y la feria de empleo que realizó Comfama durante septiembre son un ejemplo de cómo las entidades privadas y del tercer pueden contribuir con este propósito y ayudar a crear un entorno generoso a quienes llegan al país.

(El autor es miembro del Consejo Directivo de Comfama.)

El Colombiano, 30 de septiembre

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