jueves, 14 de junio de 2018

Hermandad entre letras y pelotas

Gran parte de la vida intelectual colombiana está originada en grupos y revistas -lo más frecuente son grupos con revistas- de los cuales uno de los más famosos es el llamado Grupo de Barranquilla. Los nombres de los jefes bastan. Era el director Alfonso Fuenmayor y el jefe de redacción Gabriel García Márquez. Crónica fue el nombre de la revista que los congregó durante trece meses.

Dice Ramón Illán Bacca que lo que orientó al grupo fueron “sus amores y odios literarios”. Pero habría que decir que la revista demostró también, de modo evidente, el amor a los deportes, especialmente, al fútbol, el béisbol y el boxeo. No en vano Crónica se presentaba como “semanario literario-deportivo de Barranquilla”. También había entre sus miembros, según García Márquez, afectos menos universales pues Germán Vargas era hincha del Junior y Álvaro Cepeda Samudio del Sporting.

Crónica no tenía confinados los deportes a la sección habitual que empezó llamándose “Deporte al día”, que incluía comentarios previos a cada partido de la fecha del fútbol profesional, al acontecer de la pelota caliente y a las clasificaciones de dos torneos nacionales respectivos. Con alguna frecuencia les dedicó portadas y reportajes centrales a los futbolistas. Muy centrados, eso sí, en las estrellas brasileñas que llegaban al Junior y al Sporting. Las figuras deportivas y sus devenires tenían tanta relevancia para los editores, como los escritores afamados que vieron traducidos y reproducidos sus textos en la revista: personajes como Ernest Hemingway, Graham Greene y Aldous Huxley, por ejemplo.

La mirada del deporte no era la del curioso sino la del aficionado. Esta afirmación se ilustra bien por la portada -que dio paso a un artículo de tres páginas- titulada “¿Por qué ganan los millonarios?”, (así con minúscula). La portada es una ilustración que muestra a un jugador del club Millonarios cruzando un frágil puente donde dice “campeonato profesional”, acompañado de un Ángel de la Guardia en cuya túnica dice “Dimayor”, custodiado por dos pequeños árbitros a modo de querubines. Debe decirse que el director del comité artístico de la revista era nadie menos que Alejandro Obregón. Sobra contar los pormenores de los argumentos del artículo y su vigencia perpetua desde el 3 de junio de 1950, cuando se publicó el artículo, hasta hoy y hasta el fin de los días, con VAR o cualquier otro invento.

Crónica se publicó entre el 29 de abril de 1950 y el 7 de abril de 1951. Su corta vida coincidió, sin embargo, con el Campeonato Mundial de Fútbol de 1950. No hay rastros del Mundial en el sumario de la revista, rescatado por la Universidad del Norte en 2010. Eso demuestra más el incipiente atractivo global del trofeo Jules Rimet que alguna falla en la visión de los periodistas de la revista. La copa mundo, además, venía del bache de doce años provocado por la Segunda Guerra.

Crónica y el Grupo de Barranquilla son una excepción en el panorama intelectual colombiano. Una excepción cosmopolita y moderna, que marca un contraste con el elitismo provinciano y decimonónico de casi todos los demás; de todos aquellos que suponen que el deporte no es cultura y que con ello solo muestran las mutilaciones de su sensibilidad.

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