Llega de nuevo Altavoz, el festival de las músicas juveniles que se derivaron del tronco originario del rock y que siguen perteneciendo a esa familia, con las incomodidades propias de cualquier grupo de parentesco. Un festival internacional que incluye ocho bandas foráneas de cinco países diferentes y decenas más de bandas locales y nacionales. Estoy hablando de las bandas que queremos, las de los músicos, no las de los bandidos.
Habrá ocasión para discutir detalles técnicos sobre la organización de estos festivales y aspectos de política pública sobre los alcances y beneficios del apoyo oficial, cómo repercute sobre la actividad profesional de los músicos y la formación de públicos, qué tan conveniente sería adecuar la intervención pública a las necesidades cambiantes de los artistas y a los perfiles varios de la franja juvenil.
Por ahora hablo de libros. Libros acerca del rock y de las músicas que hacen los artistas antioqueños que se mueven dentro del amplio y fragmentado espacio que nos dejó como herencia la muerte de Elvis Presley hace 37 años. Libros de jóvenes, también antioqueños, que dejaron de quejarse por la falta de aprecio hacia el quehacer de los rockeros e hicieron algo, según el mandato que uno de los guitarristas de "Frankie ha muerto" le espetó a Santiago Arango.
Autoría de Santiago es 15 años de canciones contadas, editado por el Fondo Editorial Poli. Un libro que se ocupa desde los llamados referentes –agrupaciones nacidas a lo largo de la década de 1980– hasta la escena del siglo XXI, que se mueve del punk al pop, que le dedica un capítulo al trabajo de las mujeres, nueve, entre grupos y solistas, y al que le alcanza espacio para queridas figuras de afuera, incluyendo Caifanes y Draco.
El periodista Diego Londoño presentó Medellín en canciones, publicado por Ediciones B Colombia, cuya intención se devela mejor en el subtítulo “El rock como cronista de la ciudad”. Un libro que muestra que el rock ha sido consistente en su atención a la ciudad, sus temas y sus dolores, nuestra auténtica canción social. Un trabajo delicado, con reverencia hacia los pioneros y estandartes de la región.
Ruido tiene otra orientación. Apoyado por Comfenalco, Confiar y la Fundación Manuel Mejía Vallejo, es una investigación realizada por Casa de las Estrategias encaminada a mostrar la fotografía actual, el inventario de Medellín. El trabajo de Lukas y Juan Diego Jaramillo se sumerge en los barrios y en las iniciativas más recientes que, de otro modo, no figurarían ni en la memoria alternativa y marginal.
Libros ilustrados, muy afectuosos e indispensables para la historia de nuestra cultura popular y nuestro arte. Libros que desafían a más escritores e investigadores a seguir penetrando en lo que hacen las bandas que nos bendicen, en lugar de las que abalean.
El Colombiano, 26 de octubre
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