RCN y Semana acaban de publicar la encuesta que contrataron con Ipsos-Napoleón Franco. Era necesaria después de los que parecían sorpresivos resultados de la de Invamer Gallup. La encuesta reciente confirma la anterior en las cosas que cualquier ciudadano de la calle siente. El 54% está insatisfecho con la gestión del Presidente; que el gobierno se raja en empleo, corrupción, seguridad y manejo de la economía, que hay más gente con una imagen desfavorable de Santos que con una favorable, ningún ministro tiene satisfecho a la mitad de los ciudadanos. De hecho, un ministro serio como Echeverry dice que el Gobierno está atorado.
No es bueno para el país que al Ejecutivo le vaya mal; al fin y al cabo el nuestro es un régimen presidencialista, y la ineficiencia del gobierno central aunada a la desconfianza que produce, tiene un efecto multiplicador sobre el Estado. Y es muy mal consejo hacerle creer al Presidente que el problema es de imagen (ya se apuró a contratar a J. J. Rendón). Le pasará lo que ya le pasó en Antioquia esta semana: que vino a celebrar en Itagüí mientras en el Bajo Cauca mataban a un coronel y aterraban a Toledo con un par de bombas en el parque principal.
Tampoco es bueno personalizar el análisis. En la política hay momentos en que las personas son claves, pero lo que es importante cotidianamente son las instituciones. Y es muy lamentable que el gobierno se esté llevando consigo algunas instituciones, en el tobogán de su descrédito. Que el congreso y los partidos políticos tengan mala reputación, no es bueno pero tampoco es nuevo. Pero que un tercio de la gente no confíe en la justicia, es más preocupante sobre todo cuando se han cerrado las puertas de un cambio cercano en la rama judicial. No contento con esto, el Presidente, en la misma semana decidió que no era importante una reforma en el sistema de salud y que era mejor hacer otra reforma constitucional (ya lleva 7) para eliminar la vicepresidencia.
La encuesta sigue reflejando la convicción colombiana de que sus instituciones más fiables son las fuerzas militares, la policía, la iglesia católica y los medios de comunicación. Pero con excepción de la comandancia de las fuerzas militares, ninguna de las cabezas visibles de las principales instituciones del Estado goza de más del 50% de favorabilidad. Sin embargo, lo más preocupante es el ambiente de pesimismo que expresan dos de cada tres colombianos. Preocupante porque todavía no hay Niño, ni desaceleración económica.
En este contexto resulta determinante optimizar el manejo político, económico y social en la región. Cuando el país político se trenza en batallas biliares y el gobierno central se enreda en su propio ovillo, es fundamental que los gobiernos de Antioquia y Medellín, acompañados del sector privado y demás agentes sociales de la región, acrecienten su coordinación para preservar la confianza regional.
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