El atentado terrorista contra la vida del señor Fernando Londoño Hoyos debiera causar consternación. Por lo que supone en sí mismo, por las consecuencias que puede desatar, por la terrible sensación de volver al pasado, por la tibieza –por decir lo menos– de las solidaridades con la víctima dizque en el tiempo de las víctimas.
Como estudiante de los temas relacionados con la acción social me llamaron mucho la atención los modos en que diversos protagonistas de la vida nacional empezaron a elaborar sus interpretaciones sobre el hecho.
Primero los técnicos. Para el general Luis Eduardo Martínez y para el jefe de la Agencia Nacional de Protección Andrés Villamizar la hipótesis más plausible sobre el ejecutor del atentado señalaba a las Farc. Están los antecedentes de los planes frustrados, las amenazas recientes, la forma de operación, su propia lógica violenta. Algunos analistas de guerra indicaron la adecuación del atentado a condiciones de diálogo que mueven al posicionamiento y dan cierta inmunidad para atacar algunos blancos. Y quien mejor que un adversario de las Farc y del gobierno.
Después está la reacción del Presidente. Como jefe de gobierno, Santos contuvo los análisis de sus subordinados. Usó las cámaras para pronunciar aquellas inocuas frases de cajón que le permitieron hacer gala de la prudencia que se atribuye al gobernante. Como jefe de Estado, me dio la impresión que también estaba demostrando que no sabe dónde está su enemigo o que no sabe que tiene uno.
Al final están los exponentes de la teoría de la conspiración. Afanosos de exculpar de las Farc, salieron a acusar a la extrema derecha, casi podríamos decir al propio Londoño Hoyos que es su exponente más inteligente y coherente, también uno de los más civilistas. Los teóricos de la conspiración imitan a Turbay Ayala para quien los presos políticos se auto torturaban. O a James Petras que difundió la especie de que Bush había mandado a derribar las Torres Gemelas.
¿Cuál es el esquema mental que está detrás de las teorías de la conspiración? Hay una importante literatura sobre el tema entre la que quiero destacar el último libro de Jonathan Kay (2011) y un artículo de Wood, Douglas & Sutton (2012). La explicación básica de la teoría de la conspiración radica en un inflexible método deductivo que lleva a hacer encajar cualquier hecho dentro de un esquema preconcebido y a ignorar cualquier evidencia en contrario. También puede operar como pensar con el deseo, taparse los ojos ante cualquier hecho que pueda quitarle bases a una preferencia determinada.
Hablando epistemológicamente los teóricos de la conspiración incumplen con las normas y valores básicos del proceso de conocimiento racional. En nuestro caso particular habría que decir que violan las normas básicas de la moral, embelleciendo a los verdugos, adelantando indultos, confundiendo a la ciudadanía, ofendiendo a la víctima. Triste papel.
El Colombiano, 20 de mayo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario