Los colombianos a veces somos extraños. Algunas cosas muy comunes las convertimos en sucesos extraordinarios; otras insólitas las dejamos pasar como corrientes. La cantante más global del mundo hispano tiene un desliz de dicción en el Himno Nacional y tratamos de convertir esa pequeña imperfección en acontecimiento mundial. Un político perdedor se declara en rebeldía reiteradamente y creemos que es parte del paisaje.
Y es que la conducta del doblemente perdedor de la Alcaldía de Medellín es insólita. En Medellín llevamos 5 años y dos elecciones en las que un mal perdedor ha echado mano de todos los recursos para generar incertidumbre, procurar la ingobernabilidad y deteriorar el ambiente y la imagen de la ciudad. Esta semana terminó una larga batalla de 4 años, ganada en las urnas y ante la opinión pública y perdida en el escritorio de un procurador que oficia como agente de una camarilla política.
El procurador Ordoñez ni siquiera cuidó las formas en el último asalto. Nombró a la castigadora de Alonso Salazar como conjuez del organismo que tenía que resolver la apelación. La sustituyó ad hoc para resolver el caso, pero con la primera medida condicionó al otro conjuez y al remplazo de la señora Margarita Carreño. Las cartas estaban marcadas. Así que la ratificación de la condena contra Salazar no cogió a nadie por sorpresa. Alonso seguirá con su calvario legal. Y a Medellín le espera otro.
En diciembre pasado el heraldo, “campanero”, del sirviente del Señor Oscuro anunció decenas de demandas contra Aníbal Gaviria, impugnaciones contra las elecciones de octubre, una batalla legal y administrativa sin tregua, apoyada por el cartel de los demandantes contra el Estado y secundada por las declaraciones que sean necesarias por parte de condenados y extraditados.
El Alcalde ha sido atacado en un flanco muy débil sentimental y familiarmente como es el encausamiento de su padre, y no falta quien quiera convertir ese hecho en motivo de cuestionamiento moral y político. La ley de la sangre, la que dice que todo clan debe pagar por la conducta de uno de sus miembros, es una idea muy primitiva y superada por la cultura occidental. Que haya quienes le otorguen legitimidad solo habla de su propio rezago civilizatorio.
¿Por qué una alianza de fuerzas diversas se ha empeñado en esta empresa destructiva? Algunos hablarán de la pérdida de terreno de lo político y de la judicialización de la política, otros de la configuración de dos proyectos distintos de ciudad, el teórico de la elección racional simplemente nos pondrá a sacarle el 15% a los 4 billones de presupuesto de la ciudad.
El riesgo inmediato que corre la ciudad es que el Alcalde descuide sus responsabilidades por defenderse. Debe crearse un mecanismo de protección y defensa de la autoridad legítima de la ciudad, para que la administración pueda mantener la concentración en el bien común de los habitantes de Medellín. Si la Alianza Medellín Antioquia ama a la ciudad, hay un bloque que no la quiere y en cambio solo busca su propio beneficio.
El Colombiano, 6 de mayo
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