Cuando Alonso Salazar fue elegido alcalde de Medellín en octubre de 2007, todo el mundo vio a un político nuevo, que había sido funcionario de una administración exitosa y cara visible de un proyecto político alternativo. La mayoría olvidó lo que era básicamente hasta ese momento Alonso Salazar.
Alonso era un periodista e investigador renombrado internacionalmente por ser uno de los mayores conocedores de los dominios del Señor Oscuro. Escribió “No nacimos pa’ semilla” y “Mujeres de fuego” sobre los jóvenes metidos en bandas y milicias; “La parábola de Pablo” y por lo menos tres obras más sobre el narcotráfico y el cartel de Medellín.
Cuando llegó a la Secretaría de Gobierno ya había hecho su “doctorado” en la calle, en los huecos y recovecos que no conoce ningún político. Y en la Secretaría hizo su “postdoc” sumergiéndose en el mundo de los desmovilizados, conociendo las nuevas formas del crimen organizado y su articulación estratégica con sectores de la clase política. Alonso conoce como nadie al Señor Oscuro, sabe distinguir entre sus orcos asesinos pero ruidosos y torpes, y sus názgul silenciosos y temibles.
Y si uno sabe tanto y encima es responsable y valiente, no puede hacerse el de la vista gorda. Durante sus primeros 2 años de gobierno, el alcalde Alonso se empeñó en desbaratar una de las máquinas más eficaces del Señor Oscuro. Una trinca montada entre el comandante de la policía, el jefe regional de fiscalías y uno de sus troll conocido en los medios como “El cebollero”. Alonso la desmontó contra viento y marea y casi solo: contra el poder político, contra el escepticismo de los mandos policiales y las concesiones de un aparato judicial corrupto o atemorizado.
En 2010 la fiscalía frustró este ataque y concluyó que todo había sido un montaje (FGN-50000-F16) y que, al contrario, el apoyo del bando criminal había sido para el candidato al servicio del Señor Oscuro. El asedio contra Alonso no paró. Y a él se sumaron los incautos: reaccionarios que no soportan un gobernante demócrata, elitistas a los que les da alergia un personaje estrato 3, los críticos que se pegaron de los detalles y olvidaron lo fundamental.
El penúltimo ataque fue durante las elecciones de 2011, pero el candidato del Señor Oscuro volvió a perder.
Pocos pensaron que la Procuraduría podría ser un arma del Señor Oscuro, pero las historias teológicas están llenas de casos de santos que son instrumentos del mal. La Procuraduría fue selectiva pues ignoró unas demandas y fue presta en otras, ignoró todas las investigaciones de la fiscalía y las amenazas que vive Medellín. La apertura de la investigación fue redactada como una condena preliminar.
Lo curioso del 29 de febrero es que Alonso Salazar fue sancionado con 12 años de inhabilidad el mismo día en que “El cebollero” recibió 32 de cárcel. El trueque del Señor Oscuro es evidente: “si tú me tocas un troll, yo te destruyo un alcalde”.
Otra curiosidad, el último libro de Alonso Salazar fue sobre Luis Carlos Galán y se titula “Profeta en el desierto”. Si Medellín deja solos a sus líderes contra el crimen, estaremos perdidos.
El Colombiano, 4 de marzo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario