La figura de Elias Canetti (1905-1994) sigue siendo muy extraña a pesar de su frecuencia en bibliotecas y librerías. Judío nacido en un pueblo búlgaro del Imperio Austro-Húngaro y escritor en lengua alemana, su producción es inquietante. El Premio Nobel (1981) puso al mercado a girar alrededor de “Auto de fe”, su única y críptica novela que –para ser francos- me desconcertó y me hizo sentir perdedor de unos valiosos pesos.
Sin embargo, su gran obra es “Masa y poder”, sólo que no es ficción y como no-ficción es inclasificable. Podría ser una obra de antropología filosófica pero sus procedimientos son radicalmente heterodoxos. Canetti construye una serie de díadas y tipologías –algunas de ellas muy originales– para ampliar la interpretación de la vida sociopolítica. La díada más fuerte es, por supuesto, la que componen la masa (un instinto tan fuerte como la libido y el hambre) y el poder (una capacidad que siempre está más allá, en extensión y tiempo, que la fuerza).
Allí está como una de las obras mayores del siglo XX. Una obra que, en especial, debe ser leída atentamente por los interesados en la política. El maestro Norberto Bobbio lo hizo y quedó deslumbrado. No la conectó con su paso drástico y definitivo de la filosofía del derecho a la filosofía política, pero de sus memorias siempre queda la impresión de que la rebelión juvenil del 68 y la lectura de “Masa y poder” le sirvieron de catapultas para cambiar de perspectiva.
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