Poco a poco –y van tres semanas desde el derrocamiento del presidente Manuel Zelaya– empieza a conocerse en detalle el proceso político que aún no termina. Antes de tener mayores datos los opinadores del afán ya habían dictado sentencia: los unos, porque la democracia es sagrada; los otros, porque el chavismo es malvado. Acá no entran los políticos que siempre se guían por una posición, no una opinión.
Sin embargo, el tema hondureño es tan complejo que parece excelente para una clínica de filosofía política.
Declarar el fin de la democracia en Honduras supone que ¿la democracia es básicamente elecciones libres? ¿la soberanía popular se expresa única o principalmente a través del sufragio? ¿sólo el Ejecutivo encarna la soberanía popular? ¿debe interpretarse cada ataque serio contra el presidente por parte de los demás poderes públicos como una amenaza a la soberanía popular y a la democracia? O de otro lado, ¿cuál es la fuerza vinculante de la constitución política? ¿no expresa la constitución política la soberanía popular también? ¿si el ejecutivo pierde el apoyo de los demás poderes, no significa que efectivamente ha perdido el poder? ¿puede la comunidad internacional imponer un presidente y un régimen político particular en un país, así sea uno pequeño?
Para finalizar, ¿no será más bien que los debates políticos occidentales se dan dentro de la democracia? ¿y que debemos asumir que la democracia es un "concepto esencialmente polémico"? ¿y que cuando se habla de democracia se quiere atacar una determinada posición política?
1 comentario:
En pocos meses puede pasar lo mismo aca en nuestro país, hay que estar preparados.
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