Se sabe de la caída de las fronteras entre lo público y lo privado, se sabe que la llamada esfera íntima –cuyo invento le atribuye Hannah Arendt a Rousseau– también está siendo amenazada. Conocemos los argumentos que pretenden concluir en que las personas públicas no tienen derecho a tener vida privada ni tampoco vida íntima.
Todo eso se sabe, pero cuando un medio de comunicación que se precia de liberal. Que ataca semanalmente al Papa y al episcopado español, que defiende con las uñas la opción personal (llámese droga, aborto o sexo), toma como bandera política las fotos de un paparazzi en la casa de campo del Primer Ministro de Italia, la cosa se pone más preocupante. Significa que los adalides de la libertad se traicionan en la primera oportunidad, queriendo hacer campaña electoral contra al derecha con una filosofía ultraderechista.
Leo El País todos los días y detesto a Berlusconi cada que aparece en la prensa. Pero Berlusconi es un ser humano y la incongruencia de los apóstoles liberales es inadmisible. El País ha caído bajamente convirtiéndose en ejemplo de las críticas que hace a menudo a la cultura fundamentalista y a las tácticas que traicionan las convicciones propias.
2 comentarios:
Esta vez no concuerdo para nada con Jorge Giraldo. Tener sexo con menores de edad (Letizia tenía 17 cuando el septuagenario empezó a frecuentarla) es delito. Además, las modelos que van a desnudarse a la finca de Berlusconi aparecen luego como candidatas en las listas de su partido, o como ministras de su gabinete. Berlusconi muestra una total incoherencia entre sus propuestas públicas (defensa de la familia y de la religión en particular) con sus comportamientos privados. Nadie le niega a Clinton el derecho a ser mamado en su despacho. Tampoco a Berlusconi su derecho a acostarse con jovencitas. Pero es legítimo cuestionar las incongruencias entre su discurso y su acción. No es invasión de la intimidad; es que esa intimidad está siendo usada para escalar posiciones públicas. Es como si Clinton hubiera intercambiado mamadas por puestos. Eso es lo inadmisible y lo que legítimamente denuncia El País.
Anónimo: ocultas tu nombre porque amas tu privacidad... Yo sí estoy de acuerdo con Jorge... El País, en este asunto, muerde el anzuelo del periodismo banal, baladí o cchocolatero, como decimos por estas tierras rodeadas de montañas.
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