“Posiblemente no estoy guardando el luto que se nos ha decretado desde el 19 de abril”. Eso dijo Álvaro Gómez Hurtado durante el IV Congreso Nacional de Economistas que se realizó el 26 de junio de 1970, apenas dos meses después de las elecciones presidenciales que supusieron un tremendo susto para la dirigencia nacional. Era claro que Rojas había ganado y que la “amenaza populista” seguiría pendiendo sobre el país. Estaban a su lado, como ponentes, Belisario Betancur, Alfonso López Michelsen y Alfonso Palacio Rudas. Pensando y guiando a los partidos y a la opinión.
Todos vieron el ascenso de la Alianza Nacional Popular como el resultado de una serie de fallas estructurales en el régimen político colombiano. Gómez: “Es la conciencia [de las masas populares] de haber agotado las posibilidades próximas de progreso lo que despierta el desamor por el sistema”. Palacio: [Hay que] compenetrarse con sus necesidades [de las masas] y actuar en nombre de aquellos intereses e ideales de los cuales el pueblo ha tomado conciencia”.
¿Por qué se distanciaron los dirigentes de la población? López: “En vastos sectores de los partidos liberal y conservador se ha sustituido la política de tema por la política de contactos, de entrevistas, de comidas”. Gómez: porque “los partidos que carecían de toda capacidad decisoria no estaban en posibilidad de suscitar solidaridad eficaz con el sistema” y el “poder lo ejerce el sector económico”. Palacio: cuando la tecnocracia “dilata su predominio sobre la actividad estatal se van aflojando los resortes democráticos… la tecnolatría conduce con pasos gigantescos a la abolición de la democracia”. Betancur: “En Colombia el Estado, a pesar de una que otra altanería a veces contraindicada, es prisionero de los grandes intereses o por lo menos les teme”.
¿Qué hay que hacer? Gómez: “Va a ser necesario hacer grandes cosas en beneficio de las clases desposeídas, que seguramente causarán pavor entre quienes tiene intereses creados; será necesario contemplar cierta tolerancia en la rigidez de la ortodoxia monetaria si lo que está en juego es la posibilidad de establecer la enseñanza gratuita y obligatoria”. López: “Solo respondiendo al desafío de la circunstancia presente con una política de capitalización y producción que, a la vez sea tangible para los consumidores, podemos hacer frente a un populismo que se alimenta de la frustración popular”.
¿Cómo hacerlo? Álvaro Gómez: “Frente a esas masas no se puede tener una actitud mojigata, que conduzca a rasgarse las vestiduras y a lamentarse lastimeramente. Tampoco se justifica el agravio o el desafío. Todo ello sería exhibir un complejo de inferioridad harto perjudicial… su descontento es una actitud respetable que puede ser el principio de una conducta constructiva. Su análisis puede y debe ser para nosotros una lección… Nada que conduzca a ese resultado [dos naciones enemigas] puede propiciarse: ni la obsesión por la ley y el orden, ni ‘el macartismo’, ni del otro lado, la irresponsabilidad verbal, ni menos aún, la violencia”.
El Colombiano, 21 de agosto
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