lunes, 13 de enero de 2020

Inocentes

Desconozco el momento y los azares que condujeron a la adulteración del día de los inocentes. Para todos los cristianos está claro el origen de la conmemoración, que evoca la masacre de los niños menores de dos años ordenada por Herodes. En el mundo hispano, sin embargo, no se recuerda la masacre ni se busca despertar la misericordia para con los débiles atropellados, sino todo lo contrario: festejar al tramposo. Fue una mala coincidencia.

Destacaré en un listado breve a algunos inocentes del 2019 y a sus respectivos timadores.

Un presidente de la república y un gobernador se dieron cita —con rueda de prensa y todo— para “inaugurar” la reapertura (parcial) de la vía Amagá-Bolombolo el pasado 20 de diciembre. Comprendo que Luis Pérez fuera, dado lo poco que hizo, pero que llegara Duque con dos años y medio por delante me sorprendió. En Colombia se inauguraban obras a medias, pero celebrar una no-obra, la mitigación de un desastre, no lo recuerdo. Antioqueños y chocoanos inocentes.

Diciembre fue el agosto de las fugas de los jefes de bandas y otros bandidos menores en los sitios de reclusión temporal de Medellín. No vi ninguna explicación de la policía metropolitana ni de la alcaldía. Se aprovecharon de las fiestas para que no hubiera escándalo. Ineficiencia o complicidad en medio de tanto autobombo administrativo y como remate del cuento de que el aumento en el homicidio era el precio a pagar por la captura de los delincuentes. Inocentes los medellinenses; quizás, también el alcalde.

El segundo semestre sorprendió a los cafeteros del Citará (que incluye al Carmen de Atrato) con la noticia de la intervención de la Cooperativa de Cafeteros de Andes. Parece ser el resultado de la injerencia de la politiquería clientelista en la gestión empresarial. En la región se habla mucho de un gran cafetero y su sobrino senador de la república. Una cooperativa boyante, con señales de innovación, hundida en un santiamén. Inocentes los cafeteros medianos y pequeños, y la sociedad del suroeste antioqueño.

El columnista Hernán González promovió en este diario una idea luminosa: “El contrato de trabajo sin sindicalizaciones”, es decir, regreso al siglo XIX. El señor González debería saber que, en la práctica, tal cosa ya existe bajo la cobertura de la contratación temporal y por prestación de servicios. Por eso en Colombia la sindicalización apenas roza el 5% y la huelga desapareció. Sabemos, además, que el desorden y la violencia de las protestas globales se debe a la debilidad de las asociaciones civiles, los sindicatos entre ellas. Inocente el señor González.

Cada logro menor es aprovechado por Raúl Giraldo, el dueño del Medellín, para hacer caja desmantelando el equipo. Un equipo que, por ingresos, está entre los primeros y en lo deportivo en el montón. Inocentes los hinchas y más inocentes los abonados.

El Colombiano, 5 de enero

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