No fueron los autores en los que más me detuve este año, ni las obras que más frecuenté. Por distintas razones. En este momento, las recomendaciones tienen que ver con circunstancias particulares; dando por descontada la calidad que aprecio en estos trabajos. Dos álbumes y tres textos, de más de 140 caracteres, libros para ser preciso.
Ghosteen es la obra más reciente del músico y escritor australiano Nick Cave. Una obra conmovedora, incluso para quienes desconocen los hechos recientes en la vida del artista. Cave está a medio camino entre los autores clandestinos del rock y las superestrellas pop, pero nadie niega que es uno de los mayores talentos de la música popular de las últimas cuatro décadas. “Todos están perdiendo a alguien / Es un largo camino para encontrar paz mental, paz mental / Y ya solo espero la paz que vendrá”.
By the way, I forgive you es el álbum más reciente de Brandi Carlile como solista. Ella es una de las cantautoras más talentosas de los Estados Unidos en el siglo que corre, hasta el punto de que ha logrado colarse en unos Grammy dominados por el pop y los artistas negros. El álbum es una oda a la familia contemporánea homosexual; ella, por su parte, es una de las líderes de buena parte de las causas progresistas en su país. Mis lectores saben que no le hago concesiones a la corrección política; ella es una gran artista.
No había leído a Arturo Pérez Reverte. No tengo problemas con los autores vendedores, ni con los libros ídem; sí con los escritores nuevos: en una vida tan corta nos quitan mucho tiempo para los clásicos de toda época y lugar. Pero Sidi, su más reciente novela me fascinó: una novela de acción, que no se deja cerrar, con una urdimbre política que le habla a los tiempos de hoy. Quizás sea una desgracia afirmar que el drama de ciertos parajes ibéricos del siglo XI se parece al de algunas regiones colombianas del siglo XXI.
Mi colega Jorge Iván Bonilla publicó La barbarie que no vimos (Editorial Eafit), resultado de su tesis doctoral. ¿Por qué no vimos o supimos ver la barbarie en la que estábamos inmersos? ¿Por qué no comprendimos o no quisimos comprender qué estaba pasando a nuestro alrededor? El trabajo de Bonilla se preocupa por la memoria a partir de la fotografía. Una ayuda más para que no nos vuela a pasar.
Alasdair MacIntyre es uno de los mayores pensadores ocupados de la ética desde la segunda posguerra. En su 90° cumpleaños llegó a mis manos su obra más reciente, Ética en los conflictos de la modernidad. Si cualquier decisión política, corporativa o social empezara por “comprender las creencias… y capacidades relevantes de aquellos a quienes nos dirigimos”, las cosas podrían ir mejor.
El Colombiano, 29 de diciembre.
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