lunes, 9 de septiembre de 2019

Leer a contracorriente

A propósito de la Fiesta del Libro hago públicas algunas sugerencias para una lectura a contrapelo.

Cartas de los hombres, de Graciela Rodríguez Alonso (La Huerta Grande). Si Ovidio imaginó, hace dos mil años, las cartas de mujeres a sus amados (Las heroidas), la señora Gutiérrez rompe con la tendencia contemporánea e imagina qué habrían respondido esos hombres. Una lectura poética, de profunda empatía con situaciones que —milenios y ficciones mediante— iluminan el alma humana. “Qué estúpido era ‘buscar una salida’, qué estúpido caer en la red de la heroicidad y del deber, qué estúpido permanecer atados en la oscuridad”.

Álvaro: su vida y su siglo, de Juan Esteban Constaín (Random House). Un ensayo biográfico sobre Álvaro Gómez Hurtado escrito por el más bibliófago de nuestros escritores jóvenes. Un atrevimiento en un país que ha oficializado la historia liberal y ha madurado a punta de periódico a los portadores del trapo rojo. Para investigadores, la Obra Selecta del dirigente conservador en cinco tomos, editada por el mismo Constaín y publicada por Villegas Editores, la Fundación Álvaro Gómez Hurtado y la Universidad Sergio Arboleda

Loa a la tierra: un viaje al jardín, de Byung-chul Han (Herder). El pensador coreano —una de las voces más sugestivas de la filosofía de hoy, junto con Peter Sloterdijk— nos sumerge en sus reflexiones y luchas con las plantas de su solar berlinés. El auténtico trasfondo de sus tesis sobre las atrofias de la condición humana en el siglo XXI. “Así es como hoy todo lo que no es numerable deja de ser. Pero ser es un narrar y no un numerar. El numerar carece de lenguaje, que es historia y recuerdo”. El jardín de Ignacio Piedrahíta es tan grande como la tierra (haciéndole honor al apellido y a la profesión). Después de Un mar y Al oído de la cordillera, lanza ahora Grávido río (Editorial Eafit).

UnHerd.com. No es un libro, es un medio digital en inglés. Dice que “nuestro objetivo es atraer a las personas que instintivamente se niegan a seguir al rebaño” y hacer “escuchar ideas individuos y comunidades poco escuchados”. Twitter e Instagram son el gran rebaño, que puede ser mirado por encima del hombro por vacas y gallinas, pero las pequeñas recuas de muchos grandes medios no se salvan. Remedio contra la comodidad intelectual.

El error de los gregarios es “poner el fin de la actividad en la sociedad”; no, la sociedad es un medio para el individuo, así como lo es el trigo; el fin es el individuo”. Eso decía Fernando González en su trabajo para graduarse como abogado, ahora reeditado por la Editorial Eafit. El derecho a no obedecer fue su título. Propicio hoy cuando la rebeldía es pose de farándula o actividad criminal. Los rebeldes auténticos —como los pensó Albert Camus— siguen haciendo falta.

El Colombiano, 8 de septiembre

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