Con el retiro del equipo directivo que se mantuvo, con algunos cambios desde sus inicios, está terminando una fase del funcionamiento del Centro Nacional de Memoria Histórica. El origen del Centro se remonta a 2007. Es una creación del segundo gobierno de Álvaro Uribe Vélez en el contexto de la desmovilización de los grupos paramilitares iniciada en Medellín en 2003. Muchos olvidan hoy que los pilares de la justicia transicional fueron creados por Uribe: tribunal de justicia y paz, Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, y el Grupo de Memoria Histórica, que cambió de nombre en 2011.
Muchos no saben que el Centro Nacional de Memoria Histórica es un establecimiento público del orden nacional, autónomo pero gubernamental. Su director a largo de 11 años —el académico Gonzalo Sánchez— fue nombrado también durante la segunda administración de Uribe y conservó su cargo hasta ahora. Ni que, por tanto, fue creado por ley de la República (448/2011) y que su misión fue definida por el gobierno nacional para “contribuir a la realización de la reparación integral y el derecho a la verdad del que son titulares las víctimas y la sociedad en su conjunto, así como al deber de memoria del Estado con ocasión de las violaciones ocurridas en el marco del conflicto armado colombiano”.
El trabajo del Centro ha sido enorme, al punto de convertirse en el primer referente mundial en materia de memoria histórica para conflictos armados internos. Hasta hoy, produjo más de un centenar de informes que han contado con la contribución de otro tanto de investigadores sociales colombianos. Varios de ellos competen a los antioqueños, en particular (Granada, San Carlos, San Rafael, Medellín, más los informes temáticos). El trabajo del Centro contribuyó, sin dudas, a la dignificación de buena parte de las víctimas del conflicto. Además de meritorio, ha sido un trabajo incomprendido porque en Colombia había prevalecido el olvido y la memoria era, y sigue siendo, un tema nuevo y urticante.
La producción del Centro Nacional de Memoria Histórica puede ser objeto, también, de críticas razonables, pero este no es el momento de hacerlas. Este es un momento de gratitud a Gonzalo Sánchez, María Emma Wills, Andrés Fernando Suárez, Marta Nubia Bello y demás colombianos que pasaron por allí. Diversas instituciones académicas y no gubernamentales de Antioquia expresaron ese reconocimiento el viernes pasado, al cual me sumo. Con Centro y sin él, diversos sectores de la sociedad colombiana seguirán contando historias y relatos, recuperando su versión de lo sucedido, ojalá siempre en la perspectiva de la reconciliación.
Pactos: el acuerdo político en el congreso sobre el mecanismo para el juzgamiento de militares por parte de la Jurisdicción Especial para la Paz fue una gran noticia en medio de la pugnacidad política habitual. Uribe, Petro, Barreras, Cepeda, sentados bajo el espíritu conciliador de la representante Juanita Goebertus.
El Colombiano, 4 de noviembre
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