Un paciente viejo fue al médico y este le dijo que se fuera a vivir a otra parte; una inmunóloga posteó un mensaje aconsejándole a la gente que abandone Medellín por unos días. Cifras oficiales indican que entre el 2015 y el 2016 las hospitalizaciones por infecciones respiratorias se duplicaron (pasaron de diez mil a más de 19.700). Los más hospitalizados fueron los menores de 1 año y los mayores de 65. Se habla de cinco muertes mensuales causadas específicamente por el aire envenenado desde la crisis del año pasado.
El monitoreo que hacen las autoridades es encomiable, si tenemos en cuenta que ninguna otra ciudad lo hace. Se han tomado medidas de mitigación pero la ciudadanía espera que se pongan en marcha planes estructurales para resolver la situación. En especial, debe entenderse que la alerta naranja significa peligro para niños, viejos y personas con problemas respiratorios, quienes representan al menos una cuarta parte de la población. La inactividad ante la alerta naranja es una desconsideración hacia la población vulnerable.
Tenemos que trabajar en tres frentes: corrupción, grupos de presión y ciudadanía.
El Gerente de la Andi advirtió que “hay talleres en la ciudad que cuadran el motor del vehículo para que pase las pruebas y que también hay tramitadores que falsifican los certificados” de tecno-mecánica (Juan Camilo Quintero, “El aire que tenemos es resultado de todos”, El Colombiano, 28.03.17). Hay 50 centros de diagnóstico automotriz en el valle de Aburrá sin ningún incentivo para actuar de acuerdo a la ley. Muestreos de la Alcaldía de Medellín indican que el 53% de los vehículos que transitaron la semana pasada no cumplían la norma. Estamos ante un problema de corrupción que compromete a trasportadores y centros de diagnóstico.
La presión de ciertos grupos de interés –principalmente Fenalco– está basada en imprecisiones y particularismos que bloquean, a veces, a las autoridades. Un ejemplo fue su pronunciamiento, difundido por El Colombiano (“Pico y placa afecta productividad”, 27.03.17). El periodista no hizo ningún aporte y al final no parecía una noticia sino un publirreportaje. Lo que sí afecta la productividad son las consultas médicas, incapacidades y la mortalidad prematura. Ningún interés particular debe obstaculizar el bien común.
Los problemas de cultura ciudadana en Medellín se han agravado según los estudios de Medellín cómo Vamos y Corpovisionarios. El tránsito es una muestra. En plena emergencia, entre el 23 y el 26 de marzo, las autoridades de tránsito aplicaron 2.341 comparendos, de los cuales dos terceras partes correspondían a pico y placa. ¡Más de 1.600 personas intentaron burlar el pico y placa! ¿Cuántas lo lograron? ¿Cuántas más sacaron el otro carro?
Los problemas de coordinación de la acción colectiva, eficacia de la norma y vigilancia de los actos de los particulares dependen del liderazgo de las autoridades. No hay tutía.
El Colombiano, 2 de abril
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