Acaba de morir uno de los tantos amigos gratuitos de Jardín y uno de los pocos que se propuso hacer de su cariño una obra perdurable. González se dedicó durante varios años a fotografiar ese paisaje de embrujo y a sus gentes, y les hizo un homenaje a través del libro que nos queda como único recuerdo de los 150 años de la fundación del pueblo. Gratitud eterna.
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