lunes, 13 de marzo de 2017

Machismo

Distintos especialistas en temas de violencia y crimen en Latinoamérica han listado las principales explicaciones sobre el homicidio y las lesiones personales en nuestra región, que es la que encabeza las estadísticas mundiales. Ellos –Jeremy Macdermott, Robert Muggah, Mauricio Rubio, entre otros– han señalado el machismo como uno de los factores que más inciden en el crimen sangriento.

Dicho así, de modo escueto, la palabra machismo es más lo que oculta que lo explica. En tiempos del narcisismo de las pequeñas diferencias y del éxito abrumador de reivindicaciones particularistas, el machismo se entiende como un asunto de la relación entre hombres y mujeres, una rango que puede abarcar cosas tan equívocas como el llamado lenguaje de género y los piropos, hasta la violencia intrafamiliar y el asesinato de mujeres (por parte de hombres, obvio) que algunos lograron etiquetar como “feminicidio”.

Los expertos nombrados no caen en esa equivocación. En nuestro continente la participación de las mujeres entre las víctimas del homicidio es inferior al 10% del total, mientras en Europa las mujeres representan el 20% y más de los mismos. Es decir, por estos lares por cada mujer asesinada mueren diez hombres, mientras por allá la relación es de una a cuatro. En Argentina, el caso más cubierto por la prensa internacional debido a casos crecientes y escabrosos, la relación es casi la misma (a pesar de su baja tasa de homicidios): una mujer entre cada diez asesinados (286 entre 2.837 en 2015).

La mayoría de los muertos son hombres jóvenes y la inmensa mayoría de los asesinos también. El machismo está entre las principales explicaciones culturales de la violencia social. Las principales víctimas del machismo son los varones. El machismo es la exacerbación de los rasgos de dominación, fuerza, honor y otros atributos parecidos. En nuestra educación sentimental se educa en el machismo cuando se enseña a no tener miedo ni a llorar, a ocultar debilidades y no saber perder.

Hay sublimaciones del machismo que provienen de la publicidad y la mercadotecnia. La figura de hombre que piden tiene que ser temeraria, exitosa, ruda y preferentemente brutal. Un hombre “pa’las que sea”, como le gusta a la gerencia de la Fábrica de Licores de Antioquia. Pa’las que sea eran Pablo Escobar, Tirofijo y Carlos Castaño. Así que no debemos extrañarnos de que los machos se reproduzcan como pokemones, ni que las muchachas despistadas sigan deseando tipos bravos que las mantengan hasta la muerte, que llega rápido porque los más machos mueren pronto.

No le hace bien a la sociedad que las feministas sigan echando el cuento de que el machismo es un problema de mujeres. El machismo es un problema de toda la sociedad y más aún en sociedades violentas como la colombiana. Y hay mecanismos más eficaces para resolverla que decir ellos y ellas.

El Colombiano, 12 de marzo.

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