lunes, 6 de febrero de 2017

Elkin Ramírez

Sin sorpresa pero con pena recibimos la muerte de Elkin Ramírez el domingo 29 de enero. Se salió de la galería del 2016 por poco, año que se recordará por la sobrerrepresentación que tuvo el mundo de la música popular global en los obituarios internacionales. Elkin y su banda Kraken –que terminaron siendo una misma cosa– se convirtieron en parte de los artistas más emblemáticos de la segunda generación del rock colombiano. Aquella que se encargó de volver a intentarlo después de la reacción feroz que generó el Festival de Ancón (1971), de los ataques burdos de los tradicionalistas para los cuales el rock era demasiado rebelde y de los narcos para quienes, además de subversivo, resultaba afeminado.

Kraken y otros tampoco la tuvieron fácil en el mundillo del rock doméstico. En aquellos años infantiles de radicalismo y sectarismo, la estridencia metalera de Kraken con sus seguidores peludos, enlutados e introvertidos era atacada sin piedad por los cultores del punk. Como Kraken se conectó con la industria musical también fue denostado por los amantes de la marginalidad, fueran músicos, críticos o melómanos. Precisamente uno de los méritos de Elkin fue intentar llevar el rock al circuito comercial de disqueras, emisoras, periódicos y auditorios.

Elkin Ramírez se abanderó de la causa del rock nacional hasta convertirla casi en parte de la marca de su grupo y en adehala incompresible, presumo, para su compañía disquera. Pero, a pesar de ello, mantuvo un aire cosmopolita que seguía los parámetros de las bandas más populares de heavy metal hasta el punto de que en su primer disco era inevitable la comparación con Iron Maiden y la voz de Bruce Dickinson. La fusión con ritmos vernáculos –que ya había intentado Humberto Monroy con Génesis– la renovaron Aterciopelados y Juanes.

Kraken mantuvo la línea también en las letras. Los mensajes generales, ingenuos y bienintencionados propios del género, la protesta a nombre de las buenas causas y el rebusque en las frases y las imágenes. Siguiendo esa veta le abrió camino a las canciones de amor en el rock colombiano desde el primer elepé; recuérdese allí “No me hables de amor” o en Kraken II “Una vez más”. Se adelantó a su tiempo Elkin cuando decidió, en plena guerra contra Escobar, apoyar públicamente al ejército nacional. Desconcertó a muchos.

De Kraken quedará el legado de una de las mejores voces masculinas de la canción colombiana de todos los tiempos. Puede estar al lado de Álvaro José Arroyo, Alberto Fernández, Jorge López Palacio, Nelson Pinedo, Lucho Ramírez, Orlando Valderrama, por mentar algunos.

El Colombiano, 5 de febrero

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