Las Farc asesinaron en el Cauca a dos indígenas inermes que, al parecer, descolgaron una valla alusiva a Alfonso Cano que estaba en territorio de un cabildo del pueblo nasa. Los indígenas Daniel Coicué y Manuel Antonio Tumiñá estaban cumpliendo tareas propias de su administración en un territorio autónomo, consagrado constitucionalmente.
En principio es la repetición de la historia de los últimos 30 años entre las Farc y los pueblos, sean indígenas o no. Las Farc han atacado directamente a la población civil como parte de sus tácticas militares de amedrentamiento y autoritarismo. Los indígenas adiestrados en cinco siglos de resistencia no se agachan pero ponen muchos muertos. Lo novedoso del hecho es que se presenta en un momento de avance en las negociaciones entre las Farc y el gobierno nacional en La Habana.
También es un hecho emblemático porque es un examen hecho con sangre de la voluntad de las Farc, no solo de firmar un acuerdo con el gobierno sino de buscar la reconciliación con la sociedad y, sobre todo, con las gentes que han sufrido sus acciones inclementes. En efecto, los comandantes de las Farc han sostenido que si hubo víctimas civiles de su parte no fueron causadas intencionalmente, son consecuencias imprevistas, simples errores.
Bueno. Los combatientes del 6° frente de las Farc que mataron a Coicué y Tumiñá desmintieron a bala estas declaraciones, sin proponérselo, claro. Lo único que hicieron fue mantener su línea de conducta habitual. La misma que produjo la muerte de casi mil integrantes de Esperanza, Paz y Libertad o de Jesús Antonio Bejarano, por ejemplo. La misma que obligó a los indígenas a formar la autodefensa Quintín Lame, primero, y a fomentar la neutralidad de sus territorios, después de 1991.
El gobierno no lo hizo mejor. La reacción del ministro del Interior Juan Fernando Cristo fue decir que ese crimen “poco contribuye a la paz” (El Colombiano, 06.11.14). ¿Qué significa “poco contribuye”? Contribuye pero poco. ¿Por qué? ¿Porque eran indígenas? ¿Porque solo eran dos? Dejemos el sarcasmo a un lado. Todos sabemos que coloquialmente se dice “poco contribuye” para expresar una inconformidad con mucho cuidado. O con mucho cariño, como hablándole a la pareja o al hijo.
Lo que Cristo no tiene en cuenta son las víctimas. Para este gobierno que se precia de hablar de víctimas, para Cristo que fue ponente de la ley de víctimas, ¿cuál es el respeto efectivo hacia las víctimas? No las de hace 30 años, las de esta semana. Cristo no aprende. Ya había sufrido una silbatina en un encuentro de víctimas, pero la desdeñó sin más. Cristo es congruente en la subestimación de la víctima y la cortesía con los victimarios.
En el tema de víctimas las Farc están todavía lejos de lo que se espera, mientras el gobierno “poco contribuye”.
El Colombiano, 9 de noviembre
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