La época presente es una época de indolentes, charlatanes, incongruentes y agoreros. Es un diagnóstico fragmentado que brota de la primera lectura de un texto fascinante, elusivo, engañosamente fácil, publicado en 1846. De esa obra dijo Karl Jaspers hace ochenta años que parecía haber sido “escrita ayer”. En 2013, sin ninguna originalidad, podemos decir que parece haber sido escrita anoche mismo.
La época presente no es buena para los hombres de acción. El modelo dominante es el individuo “que se queda en la cama por la mañana “: sueña mucho, se adormila, enseguida se echa un cuento para no levantarse. También tiene su opuesto: se levanta temprano, corre, se comunica (tiene 200 mensajes en la bandeja de entrada), termina agotado el día y al final no ha hecho nada. Es el reverso de la inactividad; la trabajadera improductiva.
La época presente es una época de charlatanes. No se conversa, solo se charla. La conversación es versar conjuntamente sobre algo; en la charla parece que se dice algo “solo porque se mencionan nombres”, pero no se dice nada. Como se afirma en el nombre de un programa de radio, “hablar por hablar”. El texto nos dice que es “una habladuría público- privada sobre cosas que nadie se atrevería a hablar en una asamblea y sobre lo que ningún charlatán admitiría haber charlado”. El pecado de hoy es tanto hombre público negando lo que dijo y guardando silencio sobre lo que debiera pronunciarse.
La época presente es de individuos incongruentes. Abundante en expertos en ver la paja en el ojo ajeno; en rajar del que hace y elogiar al que simula que hace y que es simplemente un tramitador, un experto en dejar pasar, en hacer mantenimiento. El arte del hombre del presente es impedir “que algo suceda y que sin embargo parezca que algo sucede”. Peor aún, estamos en un tiempo en que los justicieros desarrollan la misma ley que los asaltantes.
La época presente es una época de agoreros. Se hace muy poco y casi todo lo que se hace son promesas, profecías y apocalipsis. Ya es común que al gobernante se le acaben los periodos hablando como candidato y sin mostrar realizaciones. Y que las galerías se enzarcen entre los predicadores de mediodías y los arúspices de medianoches, porque para ellos no hay medias luces; ni madrugadas, ni crepúsculos.
Hace 200 años nació el autor de “La época presente”, el filósofo danés Soren Kierkegaard. Un moderno crítico de la modernidad, un cristiano crítico de la iglesia, hijo de un tiempo con el que está desilusionado. Un nombre casi familiar desde el bachillerato (¿se mencionará hoy en las aulas?). Un nombre conocido para el individuo culto o para el simple ojeador del Pequeño Larousse. Con una obra que todavía espera ser leída.
El Colombiano, 7 de julio
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