A quienes nacimos con el Frente Nacional la palabra “fuerzas extrañas” nos causa irritación. Durante más de 5 décadas se ha usado para justificar atropellos y desoír a la gente. Pero junto con las emociones debe ir el análisis político. La palabra fuerzas extrañas puede ayudar a entender el tipo de régimen político que tenemos y la clase de dirigencia política que medra en él.
Fuerzas extrañas es una expresión usada por el gobierno para
deslegitimar las manifestaciones sociales de inconformidad. Cuando se usa ya se
está reprobando la libertad de expresión y movilización de los ciudadanos y se
están desconociendo los análogos derechos constitucionales. A la vez, un
gobierno que hace eso, socava su propia legitimidad al quebrar una de las vías
principales para interpretar las demandas de la sociedad.
En esto Juan Manuel Santos se parece más a un primer
ministro árabe que a cualquier gobernante democrático. Basta que hubiera
seguido el ejemplo de Dilma Roussef en Brasil para que se le hubieran ocurrido
algunas ideas más sensatas de como dirigirse a grupos de inconformes.
Que el gobierno use la expresión fuerzas extrañas para sindicar a un congresista resulta casi de la misma gravedad. En las democracias los congresos están hechos para representar los intereses de sus electores, incluyendo intereses gremiales o corporativos. Lo que es vergonzoso hoy en el congreso es que los congresistas que salieron electos con los votos de los mineros, cafeteros, camioneros, paperos, no usen el legislativo para exponer abiertamente sus posiciones y defender sus intereses.
En época de elecciones –y ya vienen unas– el congresista va
y le pide votos y plata a todos esos grupos. Una vez electo les hace pistola y
se sienta a recibir las gabelas del Ejecutivo y a votar todo lo que les diga un
ministro. Cuando esos grupos de ciudadanos o de presión necesitan voz, el
congresista tampoco se las da y entonces se van a la protesta. En ese momento
el congresista se esconde y si no se esconde el gobierno lo acusa de ser parte
de las fuerzas extrañas.
Fuerzas extrañas: un reflejo de la baja calidad democrática
de gobernantes y clase política.
El Colombiano, 21 de julio
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