Me siento a la mesa en la cena de bienvenida de un evento académico. Dos comensales –que serán los compañeros de seminario y aún no conozco– están conversando. Son venezolanos y poco después me entero de sus credenciales científicas, de que son opositores al régimen, que se dan sus escapaditas a Colombia, pero no quieren dejar su país. Quien tiene la palabra está haciendo una pequeña inducción sobre Colombia. La conversación lleva un rato y supongo que me perdí la mitad buena de sus consideraciones.
Mira –dice– lo primero que tienes que saber es que aquí hay varios países, por lo menos cinco; uno en Antioquia, otro en el Caribe, otro en el occidente, otro acá en Bogotá. ¿Y sabes por qué? Este país no está integrado, siempre ha sido muy difícil ir de un lugar a otro. En Venezuela tenemos 64 mil kilómetros de vías que cruzan todo el país, desde Amazonas hasta la costa. Aquí son 14 mil (sic). Después, puedes tomar tu carrito y te vas hasta Medellín en 8 horas, pero ten cuidado porque si cae una agüita te puedes demorar 24. Acá llueve, la tierra se cae y las carreteras se arruinan.
¿Sabes cuántos candidatos a los concejos municipales mataron en el 2011? 42. ¿Puedes creer eso? Acá la política es muy violenta. No es solo que haya guerrilla o narcotraficantes, es que siempre hay violencia en las elecciones y entre los partidos que se enfrentan. ¿Cuándo hemos visto eso en nuestro país?
Ahora mira lo extraño. ¿Has escuchado hablar de Simón Gaviria? Es el presidente del partido liberal, ¿y sabes qué? Su papá fue presidente. ¿Viste en la prensa las críticas de Andrés Pastrana al Presidente Santos? Pues te cuento que Pastrana –que fue presidente– es hijo de otro que fue presidente y nieto de uno que fue candidato a la presidencia de la república. Y Santos es nieto o algo así de otro presidente. En Venezuela lo único parecido que hemos visto son los hermanos Monagas hace 170 años.
Es más. Te digo que esto es muy raro en América Latina. Sí tenemos familias económicas; incluso en Perú y México también hay auténticas oligarquías, ¿pero dónde tú ves que el hijo, el nieto, el primo, toda la familia se hereden los cargos? Eso no pasa si no en Colombia.
Termino con lo más práctico que es salir a la calle. Tienes que mantenerte atento. Acá los conductores de automóvil son como en México. Nadie respeta nada. No respetan las normas y tampoco te respetan a ti. Vas a ver.
Mientras mi colega habla voy respondiéndole mentalmente. Por instinto me refugio en la excusa tonta de que la sociedad venezolana tampoco es un modelo de perfección. Al cabo me digo que, aunque con algunas imprecisiones, no dijo ninguna falsedad.
El Colombiano, 28 de abril
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