miércoles, 30 de mayo de 2012
El corazón es El Centro
Hace 20 años cuando la cabeza del sector público de la ciudad se trasladó hacia los linderos entre La Bayadera y Guayaquil de la mano de La Alpujarra y el edificio “inteligente”, el centro de la ciudad mantenía gran parte de su atractivo y Guayaquil era una zona en demolición, totalmente precaria.
Muchos creímos entonces que la llegada de las autoridades a la vieja Plaza de Cisneros representaba la expansión de El Centro formal, limpio y medianamente atractivo hacia los escombros dejados por el incendio de la plaza de mercado y de la construcción del metro en Guayaquil. A 2012 lo cierto es lo contrario. El Centro se “guayaquilizó”.
Se han hecho cosas por parte de las administraciones. La mayoría buenas como las estaciones del metro y Metroplús, Plaza Botero, la intervención de Carabobo, el Parque Bicentenario. Otras desastrosas como la explanada de San Antonio o el intento de intervención en el Corazón de Jesús. Pero nada de esto ha detenido el deterioro de La Candelaria.
Esta comuna aglutina los principales factores de inseguridad. Tiene la tasa más alta de homicidios y el mayor número de automotores robados; ahí está la mayor concentración de negocios de microtráfico y trata de personas; es la zona de Medellín más afectada por la extorsión y la explotación infantil. Según “Medellín cómo vamos” es la comuna de menor crecimiento poblacional en términos absolutos, pero si se analizan bien las cifras en la práctica ha decrecido. Uno por El Centro no camina, corre.
Me parece que en el Concejo municipal ya están tomando conciencia del problema. Al menos eso me manifestó su presidente Bernardo Alejandro Guerra y lo expresó el concejal Luis Bernardo Vélez en un comunicado. También Fenalco se pronunció recientemente sobre el asunto. Es un buen inicio, pero se requiere introducir el tema en el plan de desarrollo municipal y adoptar una estrategia clara.
El Centro no necesita ahora mucho poder duro. Si se acompañan bien las obras del tranvía de Ayacucho y la zona de influencia del Parque Bicentenario, a lo mejor no se requiera demasiado cemento. Claro que muchos seguimos soñando con una intervención amable desde el Pablo Tobón Uribe hasta la plaza minorista.
Pero en principio se trata de un asunto de poder blando. Normatividad sobre uso del suelo, políticas definidas en la expedición y control de las licencias de funcionamiento a establecimientos, estímulos al sector privado y cultural para que se quede e invierta en El Centro, obstáculos para quienes se quieran ir (como ya lo hizo el sector financiero), vigilancia policial en las noches y fines de semana, focalización en puntos calientes como Barbacoas, Raudal y San Benito, entre otras medidas.
Aplauso: Al general de la Policía Nacional Yesid Vásquez Prada por haberse atrevido a investigar y detener miembros de su institución por vínculos con el crimen organizado.
El Colombiano, 27 de mayo
viernes, 25 de mayo de 2012
De conciertos
No estoy preparado para intentar una teoría del concierto en tanto comunión entre artista público y tampoco para relatar uno. Julio Cortázar me desahució después de leerle su descripción de una presentación de Louis Armstrong en París el 9 de noviembre de 1952, bajo el título de “Louis, enormísimo cronopio”. Del mismo modo que hizo con su prólogo a la antología de Pedro Salinas, Cortázar dejó el género definido y agotado.
Hace poco la revista Rolling Stone les pidió a sus lectores elegir el mejor concierto de su vida. Obviamente, la consolidación de las respuestas hacían que la pregunta se modificara: ¿cuál es el mejor artista que ha visto en concierto? Las respuestas carecieron de sorpresas y los primeros seis fueron en su orden: Bruce Springsteen, Green Day, Pearl Jam, U2, Radiohead y The Rolling Stones. Son las respuestas de unas generaciones coincidentes. A fines de los años 1960 las respuestas habrían señalado tal vez a Elvis, Chuck Berry, James Brown, Janis con seguridad y el propio Armstrong.
Que sea un pretexto para enumerar mis tres mejores conciertos:
1. Bruce Springsteen & the E Street Band. Miami, American Airlines Arena, 23 de noviembre 2002. Cuando coincide que el artista más poderoso sobre un escenario es también tu héroe preferido.
2. Diamanda Galas. Medellín, Teatro Metropolitano, 14 de junio 2002. La alucinación personal más larga de la vida, gracias a Juan Antonio Agudelo.
3. Wynton Marsalis. Bogotá, Centro de Convenciones Gonzalo Jiménez de Quesada, 23 de agosto de 1994. Virtuosismo, humor, espiritualidad. Un lujo impensado en la todavía muy provinciana Colombia de fines del siglo XX.
Hace poco la revista Rolling Stone les pidió a sus lectores elegir el mejor concierto de su vida. Obviamente, la consolidación de las respuestas hacían que la pregunta se modificara: ¿cuál es el mejor artista que ha visto en concierto? Las respuestas carecieron de sorpresas y los primeros seis fueron en su orden: Bruce Springsteen, Green Day, Pearl Jam, U2, Radiohead y The Rolling Stones. Son las respuestas de unas generaciones coincidentes. A fines de los años 1960 las respuestas habrían señalado tal vez a Elvis, Chuck Berry, James Brown, Janis con seguridad y el propio Armstrong.
Que sea un pretexto para enumerar mis tres mejores conciertos:
1. Bruce Springsteen & the E Street Band. Miami, American Airlines Arena, 23 de noviembre 2002. Cuando coincide que el artista más poderoso sobre un escenario es también tu héroe preferido.
2. Diamanda Galas. Medellín, Teatro Metropolitano, 14 de junio 2002. La alucinación personal más larga de la vida, gracias a Juan Antonio Agudelo.
3. Wynton Marsalis. Bogotá, Centro de Convenciones Gonzalo Jiménez de Quesada, 23 de agosto de 1994. Virtuosismo, humor, espiritualidad. Un lujo impensado en la todavía muy provinciana Colombia de fines del siglo XX.
miércoles, 23 de mayo de 2012
Conspiraciones y otros modos
El atentado terrorista contra la vida del señor Fernando Londoño Hoyos debiera causar consternación. Por lo que supone en sí mismo, por las consecuencias que puede desatar, por la terrible sensación de volver al pasado, por la tibieza –por decir lo menos– de las solidaridades con la víctima dizque en el tiempo de las víctimas.
Como estudiante de los temas relacionados con la acción social me llamaron mucho la atención los modos en que diversos protagonistas de la vida nacional empezaron a elaborar sus interpretaciones sobre el hecho.
Primero los técnicos. Para el general Luis Eduardo Martínez y para el jefe de la Agencia Nacional de Protección Andrés Villamizar la hipótesis más plausible sobre el ejecutor del atentado señalaba a las Farc. Están los antecedentes de los planes frustrados, las amenazas recientes, la forma de operación, su propia lógica violenta. Algunos analistas de guerra indicaron la adecuación del atentado a condiciones de diálogo que mueven al posicionamiento y dan cierta inmunidad para atacar algunos blancos. Y quien mejor que un adversario de las Farc y del gobierno.
Después está la reacción del Presidente. Como jefe de gobierno, Santos contuvo los análisis de sus subordinados. Usó las cámaras para pronunciar aquellas inocuas frases de cajón que le permitieron hacer gala de la prudencia que se atribuye al gobernante. Como jefe de Estado, me dio la impresión que también estaba demostrando que no sabe dónde está su enemigo o que no sabe que tiene uno.
Al final están los exponentes de la teoría de la conspiración. Afanosos de exculpar de las Farc, salieron a acusar a la extrema derecha, casi podríamos decir al propio Londoño Hoyos que es su exponente más inteligente y coherente, también uno de los más civilistas. Los teóricos de la conspiración imitan a Turbay Ayala para quien los presos políticos se auto torturaban. O a James Petras que difundió la especie de que Bush había mandado a derribar las Torres Gemelas.
¿Cuál es el esquema mental que está detrás de las teorías de la conspiración? Hay una importante literatura sobre el tema entre la que quiero destacar el último libro de Jonathan Kay (2011) y un artículo de Wood, Douglas & Sutton (2012). La explicación básica de la teoría de la conspiración radica en un inflexible método deductivo que lleva a hacer encajar cualquier hecho dentro de un esquema preconcebido y a ignorar cualquier evidencia en contrario. También puede operar como pensar con el deseo, taparse los ojos ante cualquier hecho que pueda quitarle bases a una preferencia determinada.
Hablando epistemológicamente los teóricos de la conspiración incumplen con las normas y valores básicos del proceso de conocimiento racional. En nuestro caso particular habría que decir que violan las normas básicas de la moral, embelleciendo a los verdugos, adelantando indultos, confundiendo a la ciudadanía, ofendiendo a la víctima. Triste papel.
El Colombiano, 20 de mayo
Como estudiante de los temas relacionados con la acción social me llamaron mucho la atención los modos en que diversos protagonistas de la vida nacional empezaron a elaborar sus interpretaciones sobre el hecho.
Primero los técnicos. Para el general Luis Eduardo Martínez y para el jefe de la Agencia Nacional de Protección Andrés Villamizar la hipótesis más plausible sobre el ejecutor del atentado señalaba a las Farc. Están los antecedentes de los planes frustrados, las amenazas recientes, la forma de operación, su propia lógica violenta. Algunos analistas de guerra indicaron la adecuación del atentado a condiciones de diálogo que mueven al posicionamiento y dan cierta inmunidad para atacar algunos blancos. Y quien mejor que un adversario de las Farc y del gobierno.
Después está la reacción del Presidente. Como jefe de gobierno, Santos contuvo los análisis de sus subordinados. Usó las cámaras para pronunciar aquellas inocuas frases de cajón que le permitieron hacer gala de la prudencia que se atribuye al gobernante. Como jefe de Estado, me dio la impresión que también estaba demostrando que no sabe dónde está su enemigo o que no sabe que tiene uno.
Al final están los exponentes de la teoría de la conspiración. Afanosos de exculpar de las Farc, salieron a acusar a la extrema derecha, casi podríamos decir al propio Londoño Hoyos que es su exponente más inteligente y coherente, también uno de los más civilistas. Los teóricos de la conspiración imitan a Turbay Ayala para quien los presos políticos se auto torturaban. O a James Petras que difundió la especie de que Bush había mandado a derribar las Torres Gemelas.
¿Cuál es el esquema mental que está detrás de las teorías de la conspiración? Hay una importante literatura sobre el tema entre la que quiero destacar el último libro de Jonathan Kay (2011) y un artículo de Wood, Douglas & Sutton (2012). La explicación básica de la teoría de la conspiración radica en un inflexible método deductivo que lleva a hacer encajar cualquier hecho dentro de un esquema preconcebido y a ignorar cualquier evidencia en contrario. También puede operar como pensar con el deseo, taparse los ojos ante cualquier hecho que pueda quitarle bases a una preferencia determinada.
Hablando epistemológicamente los teóricos de la conspiración incumplen con las normas y valores básicos del proceso de conocimiento racional. En nuestro caso particular habría que decir que violan las normas básicas de la moral, embelleciendo a los verdugos, adelantando indultos, confundiendo a la ciudadanía, ofendiendo a la víctima. Triste papel.
El Colombiano, 20 de mayo
jueves, 17 de mayo de 2012
La columna (vertebral)
Aunque en la mayoría de los casos la columna de opinión es fugaz y de corto plazo, a veces hay columnas que tratamos de conservar por su profundidad, su belleza o porque nos recuerdan lo fundamental. Una reciente de Rudolf Hommes (El Tiempo, 03.05.12), titulada “¿En qué país vivimos?”, pertenece a este último tipo.
El argumento de Hommes es como sigue. Los ministros y técnicos del gobierno exudan optimismo respecto a lo que están haciendo y al impacto de sus propuestas sobre un inminente futuro luminoso del país. El centro de sus preocupaciones no son tantos los propósitos, sobre los que se da por descontado algún acuerdo, si no los medios técnicos de lograrlos. Pero se olvidan de lo fundamental que no es otra cosa el control de todo el territorio por parte del Estado, pues en Colombia “hay regiones en donde ese papel lo asumen otros agentes, frecuentemente criminales”.
El columnista se distrae un poco criticando el ánimo de los funcionarios y tiene el valor de reconocer que el mismo –cuando era ministro del gobierno que nos saludó con aquel “bienvenidos al futuro”– también estaba embriagado de ilusiones. Por mi parte creo que el optimismo de la voluntad es un deber del gobernante. Un gobierno con metas pequeñas solo hará una gestión pequeña, sí le va bien.
Al final cae en lo importante. La idea de que sin un Estado fuerte, entendido como aquel que tiene los monopolios de la seguridad, la justicia y la tributación, todo lo demás que se haga estará levantado sobre arena. No es novedad, pero las cosas más obvias son también las más importantes. Es un llamado de atención sobre la importancia de la construcción del Estado en el sentido más cercano y material posible: el Estado en los niveles regional y local.
¿A qué se debe la secular irresolución de este problema en Colombia? Aquí Hommes aventura una respuesta durísima. “Posiblemente no es un resultado accidental” –afirma– “sino que los políticos y los criminales encuentran la manera de preservarlo en detrimento del futuro de nuestro país y en su propio beneficio”. Debo parafrasear su hipótesis. La debilidad del Estado colombiano es la consecuencia deliberada del acuerdo entre políticos y criminales. No solo con criminales y a lo largo de dos siglos, habría que añadirle.
Adoptar la perspectiva del fortalecimiento del Estado arroja una luz distinta y nos llevaría a conclusiones diferentes sobre las decisiones políticas y administrativas que se toman tanto en el gobierno central como en las regiones. ¿Qué sirve más a este propósito la regulación estatal o la regulación entre particulares? ¿la intervención pública o la libertad económica irrestricta? También se puede analizar la propuesta de reforma tributaria, cómo gana más el Estado ¿cargándole el IVA a la leche o quitándoles la extorsión a los criminales? O puede ayudar a resolver problemas de comportamiento individual, ¿por qué nos duele pagar el 4 por mil y se nos da nada que el taxista se quede siempre con los cien pesos que representan el 25 por mil?
El Colombiano, 13 de mayo
El argumento de Hommes es como sigue. Los ministros y técnicos del gobierno exudan optimismo respecto a lo que están haciendo y al impacto de sus propuestas sobre un inminente futuro luminoso del país. El centro de sus preocupaciones no son tantos los propósitos, sobre los que se da por descontado algún acuerdo, si no los medios técnicos de lograrlos. Pero se olvidan de lo fundamental que no es otra cosa el control de todo el territorio por parte del Estado, pues en Colombia “hay regiones en donde ese papel lo asumen otros agentes, frecuentemente criminales”.
El columnista se distrae un poco criticando el ánimo de los funcionarios y tiene el valor de reconocer que el mismo –cuando era ministro del gobierno que nos saludó con aquel “bienvenidos al futuro”– también estaba embriagado de ilusiones. Por mi parte creo que el optimismo de la voluntad es un deber del gobernante. Un gobierno con metas pequeñas solo hará una gestión pequeña, sí le va bien.
Al final cae en lo importante. La idea de que sin un Estado fuerte, entendido como aquel que tiene los monopolios de la seguridad, la justicia y la tributación, todo lo demás que se haga estará levantado sobre arena. No es novedad, pero las cosas más obvias son también las más importantes. Es un llamado de atención sobre la importancia de la construcción del Estado en el sentido más cercano y material posible: el Estado en los niveles regional y local.
¿A qué se debe la secular irresolución de este problema en Colombia? Aquí Hommes aventura una respuesta durísima. “Posiblemente no es un resultado accidental” –afirma– “sino que los políticos y los criminales encuentran la manera de preservarlo en detrimento del futuro de nuestro país y en su propio beneficio”. Debo parafrasear su hipótesis. La debilidad del Estado colombiano es la consecuencia deliberada del acuerdo entre políticos y criminales. No solo con criminales y a lo largo de dos siglos, habría que añadirle.
Adoptar la perspectiva del fortalecimiento del Estado arroja una luz distinta y nos llevaría a conclusiones diferentes sobre las decisiones políticas y administrativas que se toman tanto en el gobierno central como en las regiones. ¿Qué sirve más a este propósito la regulación estatal o la regulación entre particulares? ¿la intervención pública o la libertad económica irrestricta? También se puede analizar la propuesta de reforma tributaria, cómo gana más el Estado ¿cargándole el IVA a la leche o quitándoles la extorsión a los criminales? O puede ayudar a resolver problemas de comportamiento individual, ¿por qué nos duele pagar el 4 por mil y se nos da nada que el taxista se quede siempre con los cien pesos que representan el 25 por mil?
El Colombiano, 13 de mayo
jueves, 10 de mayo de 2012
Alguien no te ama
Los colombianos a veces somos extraños. Algunas cosas muy comunes las convertimos en sucesos extraordinarios; otras insólitas las dejamos pasar como corrientes. La cantante más global del mundo hispano tiene un desliz de dicción en el Himno Nacional y tratamos de convertir esa pequeña imperfección en acontecimiento mundial. Un político perdedor se declara en rebeldía reiteradamente y creemos que es parte del paisaje.
Y es que la conducta del doblemente perdedor de la Alcaldía de Medellín es insólita. En Medellín llevamos 5 años y dos elecciones en las que un mal perdedor ha echado mano de todos los recursos para generar incertidumbre, procurar la ingobernabilidad y deteriorar el ambiente y la imagen de la ciudad. Esta semana terminó una larga batalla de 4 años, ganada en las urnas y ante la opinión pública y perdida en el escritorio de un procurador que oficia como agente de una camarilla política.
El procurador Ordoñez ni siquiera cuidó las formas en el último asalto. Nombró a la castigadora de Alonso Salazar como conjuez del organismo que tenía que resolver la apelación. La sustituyó ad hoc para resolver el caso, pero con la primera medida condicionó al otro conjuez y al remplazo de la señora Margarita Carreño. Las cartas estaban marcadas. Así que la ratificación de la condena contra Salazar no cogió a nadie por sorpresa. Alonso seguirá con su calvario legal. Y a Medellín le espera otro.
En diciembre pasado el heraldo, “campanero”, del sirviente del Señor Oscuro anunció decenas de demandas contra Aníbal Gaviria, impugnaciones contra las elecciones de octubre, una batalla legal y administrativa sin tregua, apoyada por el cartel de los demandantes contra el Estado y secundada por las declaraciones que sean necesarias por parte de condenados y extraditados.
El Alcalde ha sido atacado en un flanco muy débil sentimental y familiarmente como es el encausamiento de su padre, y no falta quien quiera convertir ese hecho en motivo de cuestionamiento moral y político. La ley de la sangre, la que dice que todo clan debe pagar por la conducta de uno de sus miembros, es una idea muy primitiva y superada por la cultura occidental. Que haya quienes le otorguen legitimidad solo habla de su propio rezago civilizatorio.
¿Por qué una alianza de fuerzas diversas se ha empeñado en esta empresa destructiva? Algunos hablarán de la pérdida de terreno de lo político y de la judicialización de la política, otros de la configuración de dos proyectos distintos de ciudad, el teórico de la elección racional simplemente nos pondrá a sacarle el 15% a los 4 billones de presupuesto de la ciudad.
El riesgo inmediato que corre la ciudad es que el Alcalde descuide sus responsabilidades por defenderse. Debe crearse un mecanismo de protección y defensa de la autoridad legítima de la ciudad, para que la administración pueda mantener la concentración en el bien común de los habitantes de Medellín. Si la Alianza Medellín Antioquia ama a la ciudad, hay un bloque que no la quiere y en cambio solo busca su propio beneficio.
El Colombiano, 6 de mayo
Y es que la conducta del doblemente perdedor de la Alcaldía de Medellín es insólita. En Medellín llevamos 5 años y dos elecciones en las que un mal perdedor ha echado mano de todos los recursos para generar incertidumbre, procurar la ingobernabilidad y deteriorar el ambiente y la imagen de la ciudad. Esta semana terminó una larga batalla de 4 años, ganada en las urnas y ante la opinión pública y perdida en el escritorio de un procurador que oficia como agente de una camarilla política.
El procurador Ordoñez ni siquiera cuidó las formas en el último asalto. Nombró a la castigadora de Alonso Salazar como conjuez del organismo que tenía que resolver la apelación. La sustituyó ad hoc para resolver el caso, pero con la primera medida condicionó al otro conjuez y al remplazo de la señora Margarita Carreño. Las cartas estaban marcadas. Así que la ratificación de la condena contra Salazar no cogió a nadie por sorpresa. Alonso seguirá con su calvario legal. Y a Medellín le espera otro.
En diciembre pasado el heraldo, “campanero”, del sirviente del Señor Oscuro anunció decenas de demandas contra Aníbal Gaviria, impugnaciones contra las elecciones de octubre, una batalla legal y administrativa sin tregua, apoyada por el cartel de los demandantes contra el Estado y secundada por las declaraciones que sean necesarias por parte de condenados y extraditados.
El Alcalde ha sido atacado en un flanco muy débil sentimental y familiarmente como es el encausamiento de su padre, y no falta quien quiera convertir ese hecho en motivo de cuestionamiento moral y político. La ley de la sangre, la que dice que todo clan debe pagar por la conducta de uno de sus miembros, es una idea muy primitiva y superada por la cultura occidental. Que haya quienes le otorguen legitimidad solo habla de su propio rezago civilizatorio.
¿Por qué una alianza de fuerzas diversas se ha empeñado en esta empresa destructiva? Algunos hablarán de la pérdida de terreno de lo político y de la judicialización de la política, otros de la configuración de dos proyectos distintos de ciudad, el teórico de la elección racional simplemente nos pondrá a sacarle el 15% a los 4 billones de presupuesto de la ciudad.
El riesgo inmediato que corre la ciudad es que el Alcalde descuide sus responsabilidades por defenderse. Debe crearse un mecanismo de protección y defensa de la autoridad legítima de la ciudad, para que la administración pueda mantener la concentración en el bien común de los habitantes de Medellín. Si la Alianza Medellín Antioquia ama a la ciudad, hay un bloque que no la quiere y en cambio solo busca su propio beneficio.
El Colombiano, 6 de mayo
lunes, 7 de mayo de 2012
El agobio de Ituango
Don Manuel Uribe Ángel escribió la sección sobre Ituango –en su Geografía General de 1885– con un ánimo parecido al de la topografía que describe: profundos declives y cuestas empinadas, sitios cálidos y otros de páramo. Desde el siglo XVI, tres centurias de historia se fueron en los reiterados intentos de establecer una ciudad y sendos fracasos. Y después una región con muchas ventajas, aunque la cabecera estuviera en una “mala localidad”.
El sabio de Envigado afirmaba que era “un distrito mal conocido aún por los antioqueños que lo poseen”, pero cuyo porvenir “nos parece asegurado en un sentido favorable”. Sostuvo que Ituango contaba, además de la riqueza intrínseca del territorio, con la facilidad de comunicación con la Costa y Urabá, la navegación por el Cauca y el “contacto mediato” con el futuro canal de Panamá.
Esto siguió siendo cierto hasta hoy excepto para ciertos grupos –paramilitares, guerrilleros y narcotraficantes. Hoy da la impresión que sólo ellos han tenido la misma previsión estratégica de Uribe Ángel, mientras pareciera que el Estado en sus diversos niveles ha carecido de la misma capacidad de lectura e intervención.
En esta zona nació el frente 5 de las Farc y varios de los dirigentes históricos de esa organización como Efraín Guzmán, Iván Márquez o Rodrigo Granda. Cuatro generaciones de farianos han crecido alrededor de Ituango y toda la región del Paramillo. Hacia el norte está el lugar de nacimiento del Epl y hacia el occidente una base antigua del Eln. Su ombligo fue también cuartel general de las autodefensas, en su época. Ahora Ituango es el principal productor de hoja de coca en el noroccidente colombiano.
La acción del Estado empieza a sentirse en la región. De un lado el plan de consolidación y una mayor importancia de la zona para el ejército, del otro la intervención en su margen suroriental con Hidroituango. Tal vez estos factores estén incidiendo para que el muy sangriento frente 36 se haya dedicado a hostigar a la fuerza pública y a atacar a la población civil en la cabecera municipal (15 mil habitantes).
Los hechos de este año son la muerte de un policía en ataque a una patrulla en el barrio Los Katíos y el degollamiento de dos jóvenes (27.01), ataque con granadas contra el comando de la policía (20.02), otro ataque contra la misma instalación con civiles heridos, entre ellos dos estudiantes (12.04), explota una bomba en la sede principal de la Institución Educativa Pedro Nel Ospina (15.04), hostigamiento a patrulla del ejército en el casco urbano con saldo de 1 civil y 1 soldado heridos (17.04).
Pocos se pueden imaginar el ambiente que esta violencia produce en una población pequeña, más acostumbrada a que los hechos de guerra se registren en corregimientos y veredas dispersos en su inmenso territorio. Y menos aún, el desconsuelo que les produce sentir que ni siquiera salen en los noticieros. Que la fuerza pública está en Ituango es evidente, pero que la población siente la necesidad de un mayor apoyo del Estado y más integral también lo es.
El Colombiano, 29 de abril
El sabio de Envigado afirmaba que era “un distrito mal conocido aún por los antioqueños que lo poseen”, pero cuyo porvenir “nos parece asegurado en un sentido favorable”. Sostuvo que Ituango contaba, además de la riqueza intrínseca del territorio, con la facilidad de comunicación con la Costa y Urabá, la navegación por el Cauca y el “contacto mediato” con el futuro canal de Panamá.
Esto siguió siendo cierto hasta hoy excepto para ciertos grupos –paramilitares, guerrilleros y narcotraficantes. Hoy da la impresión que sólo ellos han tenido la misma previsión estratégica de Uribe Ángel, mientras pareciera que el Estado en sus diversos niveles ha carecido de la misma capacidad de lectura e intervención.
En esta zona nació el frente 5 de las Farc y varios de los dirigentes históricos de esa organización como Efraín Guzmán, Iván Márquez o Rodrigo Granda. Cuatro generaciones de farianos han crecido alrededor de Ituango y toda la región del Paramillo. Hacia el norte está el lugar de nacimiento del Epl y hacia el occidente una base antigua del Eln. Su ombligo fue también cuartel general de las autodefensas, en su época. Ahora Ituango es el principal productor de hoja de coca en el noroccidente colombiano.
La acción del Estado empieza a sentirse en la región. De un lado el plan de consolidación y una mayor importancia de la zona para el ejército, del otro la intervención en su margen suroriental con Hidroituango. Tal vez estos factores estén incidiendo para que el muy sangriento frente 36 se haya dedicado a hostigar a la fuerza pública y a atacar a la población civil en la cabecera municipal (15 mil habitantes).
Los hechos de este año son la muerte de un policía en ataque a una patrulla en el barrio Los Katíos y el degollamiento de dos jóvenes (27.01), ataque con granadas contra el comando de la policía (20.02), otro ataque contra la misma instalación con civiles heridos, entre ellos dos estudiantes (12.04), explota una bomba en la sede principal de la Institución Educativa Pedro Nel Ospina (15.04), hostigamiento a patrulla del ejército en el casco urbano con saldo de 1 civil y 1 soldado heridos (17.04).
Pocos se pueden imaginar el ambiente que esta violencia produce en una población pequeña, más acostumbrada a que los hechos de guerra se registren en corregimientos y veredas dispersos en su inmenso territorio. Y menos aún, el desconsuelo que les produce sentir que ni siquiera salen en los noticieros. Que la fuerza pública está en Ituango es evidente, pero que la población siente la necesidad de un mayor apoyo del Estado y más integral también lo es.
El Colombiano, 29 de abril
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