La hybris de la justicia en Colombia es evidente. Las altas cortes han desbordado su labor de control negativo y de garantía de la observancia de la ley, avasallando a los demás poderes públicos, primero, y a todos los ciudadanos miembros de la comunidad política, después. Haciéndolo, se están llevando por delante el mandato constitucional (Art. 113) que establece la armonía de los poderes y que deja claro que los jueces tienen una función específica, pero que el Estado tiene unos fines únicos.
Es difícil ubicar el origen de esta hybris. A lo mejor los magistrados se han comido el cuento de que esta es la época del gobierno de los jueces. Digo cuento, porque tal cosa no sucede en la teoría –ni siquiera es una idea dominante en el paradigma del idealismo jurídico– ni en la práctica –si hay algún caso de gobierno judicial tal vez sea Irán, donde los ayatolas fungen como salvaguardas de El Corán por encima del resto del sistema institucional.
Una de las manifestaciones de tal hybris es la creencia de que los jueces son intocables. Intocables para cualquier otra institución estatal, claro está. Porque son muy “tocables” para otros poderes, el de la corrupción, por ejemplo. En el último año el presidente de una corte le dio serenata a un mafioso, otro presidente consiguió apartamento en Dubai regalado por los Nule, un alto magistrado más aparece en las listas de pagos del mismo grupo con un cheque por cien millones. Mientras tanto algunos jueces de a pie fallan contra el Estado en muchas zonas del país, donde la fuerza de las mafias y de las Farc los mantiene en vilo.
La rama judicial requiere una reforma urgente para protegerla más, para que se ajuste al mandato constitucional, para que no sirva de último recurso a la criminalidad.
1 comentario:
Y lo peor es que el presidente está "en armonía" con los jueces,puede que recapacite de milagro pero no creo que vaya a reformar la justicia, al fin y al cabo debe estar muy contento viendo como despedazan al uribismo.
Francisco
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