En la época heroica del rock solíamos enterrar jóvenes a nuestros ídolos. Después de 1971, la tragedia perdió atractivo para las masas y los artistas se cuidaron de la atracción del vacío. La muerte de Kurt Cobain veintitrés años después de Hendrix, Joplin y Morrison resultó insólita y le añadió poco a su leyenda musical.
Ha llegado el tiempo de lutos tranquilos y profundos por los veteranos, activos o retirados, vigentes o archivados, que han colaborado inconcientemente en la banda sonora de nuestras vidas.
El triste sábado 18 de junio, a las colombianas 8 de la noche, murió en La Florida Clarence Clemons, el Big Man de una de las bandas de respaldo más sólidas de la historia del rock: la E Street Band. Bruce Springsteen la jubiló en la extensa gira de Working on a Dream y en el directo sin público del tracklist completo de Darkness on the Edge of Town.
The New York Times abrió su obituario señalándolo como “uno de los acompañantes más queridos del rock” y lo cierra con la expresión de Big Man sobre el mítico momento de su encuentro con Bruce en 1971: “Me miró, le miré, nos enamoramos. Y así sigue siendo”.
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