Desde muy joven Solomon Burke se tomó en serio su postulación como rey del soul. En sus conciertos y presentaciones televisivas usó cetro, báculo y un trono inmenso para acomodar sus voluminosos 200 kilos. Pero antes de ser rey fue predicador, heredero de una de las miles de iglesias norteamericanas y, muy pronto, obispo.
Al final, poco o nada de eso importa. Lo único trascendente es la música de Burke y, sobre todo, su voz. No fue un compositor significativo –aunque “The price” sea una gran canción. Su atractivo siempre estuvo en la interpretación. Recordado por sus años de gloria en la década de 1960, yo prefiero al cantante de la última década, más único y menos estándar, enriqueciendo las composiciones de intérpretes superlativos como Tom Waits, Van Morrison o Elvis Costello.
Esa reaparición de Solomon Burke en el siglo XXI, además, significó la revalorización del soul y la reincorporación de las voces negras virtuosas (casi un pleonasmo) a los principales canales de difusión de la música popular. Burke aparecía en las filas traseras de una marcha encabezada por John Legend, Alicia Keys, Usher y otros nombres que no sabemos si serán recordados dentro de 20 años.
1 comentario:
Estimado, buen día, vi tu publicacion de Solomon Burke, me habría gustado que fuera mas extenso, contando mas de su carrera, sus hijos, hasta cuando cantó, y especialmente cuales fueron sus trabajos, me interesa uno de los ultimos donde canta junto a sus hijos y ya casi no se paraba para cantar. Si tienes respuesta me cuentas ya que me interesa.
gracias por tus publicaciones
Publicar un comentario