Sin insinuar ni siquiera un poco su valoración, Jean Daniel (El País, 10.09.10) afirmó que el posmodernismo era una resistencia a las agresiones modernas. Se trata de una observación aguda después de tres décadas de verse como impostura, esteticismo y, cuando más, crítica.
El posmodernismo encarna una oposición a la modernidad, principalmente en sus excesos. Una oposición activa y viva manifiesta en los movimientos sociales pacifistas, ecologistas y feministas que son vistos desde la década de 1960como reaccionarios (opositores al progreso) por parte de los modernos radicales. Oposición que se articula hoy contra el eurocentrismo, el pensamiento único, el ocultamiento moderno de la espiritualidad.
Daniel parece enfocarse en la agresión moderna contra los “valores reflexivos”. Estos valores serían: el silencio, la soledad, la lentitud, el escrúpulo, la discreción. Héctor Abad Faciolince (El Espectador, 19.09.10) le añadiría el tiempo, sin el cual la soledad y la lentitud, pierden vigencia.
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