Dice el columnista Álvaro Forero (El Espectador, 05.05.10) que a Mockus la gente no le entiende pero le cree. Está parcialmente en lo cierto. La gente le cree. Algunas de las simplezas que dice Mockus, también las dicen los demás candidatos pero nadie les cree. Cuando hablan de corrupción, esconden las manos. Mockus puede quedarse callado (o empezar a tartamudear) pero le basta con mostrar las manos.
Se equivoca el señor Forero en cuanto a que la gente no le entiende. Sí le entiende, pero no discursivamente. La gente entiende desde hace quince años los símbolos y los mensajes que Mockus propone. Con excepción, claro está, de aquella pirámide que nos hizo abandonarlo en las elecciones del 2006. Lo que pasa es que el analista político moderno es logocentrado, lo que no aparezca en un papel o en un discurso le resulta incomprensible. Ignora el gesto, la postura, el afecto, otros lenguajes.
Cuando Mockus aparece, cuando se sube a una tarima con Fajardo, Garzón y Peñalosa, cuando exhibe su lápiz, cuando invita a que sea la multitud la que haga la campaña, cuando pone un ejemplo simple para ilustrar un problema de Estado y después lo resume con una frase epigramática, cuando hace todo eso está lanzando tantos mensajes como no le caben a un candidato tradicional en un periódico más tradicional todavía.
2 comentarios:
Como dice nuestro buen amigo Cayetano Betancur más vale la acción que la palabra. Y si la acción lo es todo por si misma ¡Cuánto menos importantes son las palabras!
Más allá del gesto, los símbolos, los rituales y, como dice Andrés, las acciones. Hay muchos que entienden las palabras y el discurso. Lo interesante aquí es ver cómo en Mockus lo que se dice es coherente con o que se hace
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