La Corte Constitucional ha dictado sentencia. Se abre una posibilidad magnífica para los estudios políticos en Colombia después de ocho años de alta politización, nuevos experimentos institucionales, agonía de los partidos tradicionales y final de la guerra de mediana intensidad. Esa posibilidad se da por el fin del Uribato y de la polarización que generó en la intelectualidad, lo que supondrá más tranquilidad y algo de distancia para evaluar este periodo.
Por supuesto, también es posible que tal porvenir se frustre. Terminaría mal si prevalecen los abogados y todos los que quieren someter la política al examen de los jueces. Terminaría mal si la estructura conceptual de la política moderna toma un nuevo aire y nos repite los párrafos manidos de los viejos manuales. Terminaría mal si la academia seria se deja desplazar por la farándula que ha disfrazado el posicionamiento político con estudios flojos.
Sería bueno comenzar con una evaluación de lo qué pasó con los pronósticos político-jurídicos sobre la posición de la Corte Constitucional. Resumo las tesis más frecuentes que escuché: la Corte es de bolsillo y está sujeta a la voluntad del Presidente; la Corte es mediocre intelectualmente y baja moralmente (nada que ver con la fundacional Corte magna) y sucumbirá a la presión de las encuestas; el Gobierno intimida y compra, y la Corte es medrosa y vendible.
¿Veremos autocríticas o, al menos, explicaciones? Pronóstico: no damos para tanto; de hecho, muchos de mis amigos ni siquiera me pagarán las viejas apuestas que perdieron en este 26 de febrero.
2 comentarios:
jajajajaja, a mi tampoco me pagarán.
todavía nos quedan ....unos pocos uribistas medio sensatos.
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